Sí se pudo
“…Y el dado en la noche linda, me devolvió mis corotos” De Rosalinda, poema llanero de Ernesto Luis Rodríguez
Durante un mes de campaña electoral, Barinas no fue el arruinado ducado de la dinastía Chávez, casi lucía como una venturosa provincia sueca bajo el sol del llano.
Tentadores electrodomésticos eran repartidos para dotar los hogares; gandolas y cisternas garantizaban plenamente la demanda de gas doméstico y gasolina; millares de bolsas Clap, esta vez con proteínas, borraban todo rastro de hambre, equipos médicos y hasta ambulancias dotaban los precarios centros de salud. Eso y más, bajo la custodia del Estado Mayor de la FANB, veinte mil uniformados y los sombríos Sebin, Dgcim y Faes y bandas de colectivos, que asediaban la voluntad de los electores.
Nunca en las numerosas elecciones celebradas desde 1999, el régimen había tirado en la mesa de apuestas tanto como en la regional de Barinas del 9E.
Pero soborno e intimidación fueron infructuosos frente a la férrea voluntad de los barineses, cuya mayoría triunfadora ya había sido burlada mediante vulgar artimaña anulatoria de los resultados electorales del 21N. No lo permitirían de nuevo. Sin miedo, teniendo como consigna “libertad y cambio político”, los votos por la democracia sumaron aun más, hasta dejar en ridículo la desmesurada ocupación militar, policial y pandillera.
Numerosas han sido las interpretaciones y lecciones de estos eventos del 21N y 9E en Barinas, donde al igual que en todo el país, el régimen es impugnado por la inmensa mayoría. De lo ocurrido, se infieren tres lecturas que consideramos ostensibles:
1. Las fuerzas democráticas, si logran reunir consenso unitario y claridad estratégica, son irreductibles;
2. El método de votación es confiable aunque el sistema electoral del régimen sea groseramente ventajista.
3. La sobrevaloración del adversario, el pesimismo, la débil autoridad del liderazgo y la desconfianza en nuestras propias capacidades, continúan siendo los primeros enemigos a vencer…