El interinato de Guaidó: Un espejismo que desaparece
La crónica de una muerte anunciada. Eso fue el gobierno Guaidó en Venezuela. Ya lo habíamos adelantado en 2019; y hoy, casi tres años después, el tiempo nos da la razón.
Desafortunadamente para los venezolanos, la estafa interina de Juan Guaidó no pasó de ser más que una ilusión alimentada por la esperanza de los coterráneos condenados a la miseria por el castrochavismo y la MUD.
Hoy, es evidente para todos que el plan Guaidó —la mal llamada “Hoja de Ruta”— estaba equivocado.
El fracaso más rotundo fue aquel show del paso de la ayuda humanitaria en la frontera con Colombia; cuando engañó no solo a los venezolanos, sino también a varios países del mundo que ingenuamente enviaron ayudas.
Por eso he insistido y seguiré insistiendo en que, así como Maduro y sus hordas de salvajes han despellejado a Venezuela, llevando a la ruina a Pdvsa, al sistema eléctrico, a la empresa privada; así mismo sus socios de la MUD han ayudado al castrochavismo a conducir al país hacia el despeñadero.
¡Perdió la ruta!
En 2019, cuando analizábamos la situación del poder político en Venezuela, aseguramos que, de no montarse en lograr una ayuda militar externa, Juan Guaidó perdería el rumbo y no habría salida.
Él decía que esperaba que los militares actuaran; pero no quería tiros, repetía. Guaidó esperaba entonces que los militares desengancharan a Maduro y a Diosdado y lo engancharan a él. Todo eso sin tiros. Lo cual ya parecía imposible. Entonces, ¿cómo? Pues parece que quería acuerdos. Cohabitar con el régimen de Maduro, tener su cuota de poder.
Cuando lo vimos entrar al país por Maiquetía, después de aquel fracaso en la frontera, estaba comprobada nuestra sospecha. Guaidó sella su pasaporte y afuera lo espera la gente aclamándolo con emoción. El régimen no hace nada, a pesar de que los bárbaros chavistas pedían que lo metieran preso en el mismo aeropuerto.
El declive del gobierno Guaidó
La caída del gobierno interino comenzó desde el primer momento. Se autoproclamó presidente, apoyado por venezolanos y distintos países, para sacar a Maduro del poder. Repetía constantemente que se proponía “lograr el cese de la usurpación, un gobierno de transición y elecciones libres».
Sin embargo, todo eso era una ilusión, porque el interinato es un gobierno inexistente, no tiene poder de hecho. Es un mito luminoso que, además, pretende unificarnos a todos; revolvernos con los bicharracos del chavismo, hacernos socios del perraje de los bolichicos que han estafado a Venezuela.
De esta forma, el gobierno Guaidó es un espejismo; y claro que los espejismos a veces funcionan para ayudar a la gente a autodescubrirse en un determinado momento político. Pero el mito Guaidó funciona solo en lo ficticio, para llegar a acuerdos, para establecer negociaciones con los criminales que han asesinado a tantos venezolanos, y que son los culpables de la pobreza y la devastación de Venezuela.
El escenario que leímos en 2019 y que se hizo realidad
Cuando vimos que la ayuda humanitaria no entró, después de que escuchamos tantas veces a Guaidó decir: “La ayuda humanitaria entra sí o sí”, comprendimos que el futuro político del interinato se dividía en tres posibilidades:
1. Que se desinflara el fenómeno Guaidó y este fuera apresado por el régimen; la gente se desmotivara porque no se cumplieron sus expectativas y la dictadura se afirmara en el poder.
2. Que se fracturara la Fuerza Armada y se creara un gobierno de coalición, donde coexistieran con elecciones tanto la gente de Maduro como la de Guaidó.
3. Que se produjera una intervención foránea, un golpe seco en el centro, la recomposición del Estado y del país. Lo que llamamos una solución quirúrgica.
Los últimos dos escenarios eran los menos probables; pero mucho más el tercero.
La misma gente de Guaidó en la Asamblea Nacional jugó al desgaste del llamado presidente interino. La dictadura se reafirmó en el poder; y, además, el espejismo pactó con el régimen para poder existir.
Solo en la coexistencia con el chavismo la virtualidad del gobierno interino tiene cabida. De lo contrario, es solo un símbolo, sin poder de hecho; un símbolo que dejó de representar la solución de Venezuela, y se convirtió en fracaso. Uno más en la historia de este país que naufragó por culpa del chavismo y los bolichicos, pero también por causa de la MUD. Todos contribuyeron a que Venezuela hiciera aguas y se hundiera, incluyendo el espejismo Guaidó.