Desparasitar a los partidos políticos
Con el surgimiento de las organizaciones democráticas en Venezuela, se incorporó el calificado de militante, a quienes se afiliaron a un partido donde debía pagar una cuota para su mantenimiento.
Recuerdo que a los jóvenes les correspondía el reparto de volantes, colocar vallas o pega de propaganda que con el triunfo, todo fue sustituido por empresas especializadas, y los medios de comunicación absorbieron lo propio de una campaña electoral, que evidentemente no se podía pagar con los aportes del militante. Ya se identificaba al líder que recorría el país en aviones privados sin ningún control.
De esas prácticas, nacería el «clientelismo» del que no escapan las estructuras partidistas venezolanas, al límite que ahora sobran franquicias que aseguran el modo de vida del político. Para González Alcantud en su libro “El Clientelismo Político, Perspectiva socioantropológica”… “el clientelismo genera una dialéctica entre el líder y sus seguidores en la medida en que aquel permita a estos lograr el acceso a recursos de orden económico”.
Los partidos que han gobernado los últimos años tuvieron en el reparto de “contratos de obras” una manera de fomentar el clientelismo –unos más que otros– y a espaldas de leyes electorales, que se refieren al financiamiento de la actividad política y todo indica que, no se está dispuesto a enmendar tal realidad que ha hecho del militante un cliente, hasta convertirse en un parásito.
De lo anterior, el incremento de la desconfianza.
Ya para 1973 una encuesta reveló un 48.7% de la vinculación común del ciudadano con los partidos y en 1994 un 27.2% y por igual en lo sucesivo, la abstención electoral y las consultas se imponía en todas partes.
Mejor no pudo ser, una declaración del entonces ministro de la Defensa Fernando Ochoa Antich “Los políticos perdieron total credibilidad y autoridad moral” (diario El Nacional, Junio 7 de 1992). Y mucho antes, el politólogo Andrés Stambouli había señalado… “los partidos políticos han monopolizado la acción política frente a una sociedad pasiva… una sociedad pasiva y paternalista, como partidos oligarquizadas y ciudadanos desencantados, que se puede deslizar hacia la dictadura” (revista Plural 1980).
Y a la vista está: la compra de conciencias con artefactos eléctricos en Barinas, por parte de quienes se disputaron las elecciones de este 9 de enero de 2022.
La recomposición de los partidos políticos es una necesidad para liquidar las franquicias”, la hora de retiro de los políticos derrotados y los personalismo clientelares, y la autoestima del militante político que se aprecie como tal, para concebir una agenda opositora transparente y salir al escenario con renovada confianza.