Una ventana para el liderazgo opositor
En Venezuela, como en ningún otro país latinoamericano, tenemos la suerte de ver emerger un liderazgo distinto al que tradicionalmente ha dirigido nuestras sociedades. No son gente venida a caballo capitaneando huestes de gentes armadas, ansiosas de venganza y sacarle las tripas al enemigo. Tampoco son representantes de sectores poderosos, con intereses ocultos y fortunas no explicadas. No son ideólogos rabiosos cuyo único objetivo es imponer doctrinas a contracorriente, de espaldas al devenir mundial y a la civilización occidental. Tenemos por el contrario un grupo de personas en su mayoría educadas en las mejores universidades, crecidos en el seno de familias honorables, de distintos estratos económicos, sin ningún reconcomio de clases que los lleve a liderar episodios de ajustes de cuenta con el enemigo histórico.
Las recientes elecciones del 21N les ha abierto un boquete, una ventana de oportunidades que debería obligarlos a sentarse, reflexionar, evaluar hasta sus confines las posiciones tomadas, sin autocompasión, ni deseo de justificación. Solamente sumergirse en esta ola del tiempo y sacar nuevas conclusiones.
El primer ejemplo interesante de analizar es el relacionado con la visita de Karim Khan. Un episodio de la mayor relevancia. El fiscal llega Venezuela cargando en sus espaldas la jurisprudencia que ha logrado acumular y consagrar la civilización occidental. Khan toma una decisión sin precedentes, sentado frente al dictador venezolano apoyado en las fuerzas armadas y en un sistema de justicia corrupto, le anuncia sin mover un musculo de su cara, sin tener una ametralladora armada como defensa, que la Corte penal Internacional lo va a enjuiciar por la presunción de haber violado los derechos humanos de los ciudadanos. Un episodio de fin de la barbarie. El dictador asiente y firma el protocolo.
Ahora bien, cómo reaccionaron nuestros lideres: entendieron que era una expresión del poder de la justicia universal que tanto ha costado consagrar a la humanidad, el gobierno basado en leyes, “the rule of law”, que tanto me gusta manosear en mis pensamientos. O, pensaron que era un castigo directo a los barbaros, al gobierno delincuente.
Se afincaron nuestros lideres en resaltar que justicia y democracia son inseparables o simplemente declararon que se había mostrado que los enjuiciados eran criminales, algo que sabíamos. En este caso, no hubo muestras de comprensión por parte de nuestros lideres de la trascendencia implícita en la decisión de un representante mundial de la ley anunciando en su cara a un dictador que lo va a llevar a juicio.
Muy tristes y pobres las declaraciones: “se reconoció que eran criminales”. Una oportunidad perdida de defender la democracia y la justicia ante un pueblo sediento de estas virtudes.
Un segundo caso: se realizan las elecciones del 21N ante un universo opositor confundido, dividido, amenazado por el régimen y sobre todo inmerso en una situación emocional signada por la desesperanza, el dolor de sobrevivir en penuria, con las familias partidas por la huida de algunos de sus miembros buscando mejores horizontes. Los números fueron contundentes, la oposición es mayoría sin contemplación, sume a los resultados totales, el 80% de los votos de los emigrantes y de los abstencionistas y el resultado es impactante. Un país contra un régimen que controla el poder con violencia, armas y chantajes.
Participar en las elecciones permitió descorrer la cortina: el régimen va en caída libre, la oposición en un laberinto de divisiones internas, persisten las invitaciones de algunos lideres a no participar, sin más explicaciones que las trilladas: votar legitima -no están dadas las condiciones – si ganamos nos ponen un protector- dictadura no sale con votos. Pues bien es el tiempo de ir mas allá de lo obvio. El mapa si se tiñó de rojo porque no supimos conducir, liderar, hoy podría ser casi totalmente azul con la alegría que inundaría al pueblo indefenso y el freno a las tropelías de Maduro. En estos días podríamos estar exigiendo-obligando al régimen a liberar los presos políticos.
Como soy de una generación anterior, me permito decirles a nuestras lideresas, valientes y educadas, que abran las puertas a la capacidad de análisis que las ha llevado dónde están hoy, contradigan dialécticamente a sus mentores. Hablen con Mibelis Acevedo, John Magdaleno, Jorge Botti, Thais Peñalver, Rocío Guijarro, Andrea Rondón, Carlos Raúl Hernández, Ismael Pérez Virgil, Trino Márquez, Rafael Arráiz Lucas, S.J. Luis Ugalde, Ángel Oropeza, Beatriz de Majo, Elsa Cardozo, Elías Pino, José Toro Hardy, Humberto García Larralde, Asdrúbal Oliveros y muchos más, mentes libres, ilustradas y generosas que les aporten manojos de nuevas ideas.
«Libérense de los Yagos”
Termino citando a Abraham F. Lowenthal y David Smilde. “Sectores fragmentados de la oposición deben enfatizar lo que los une, no lo que los divide, y subordinar las ambiciones individuales a los objetivos colectivos. La oposición debe articular una visión llamativa y unificadora que le ofrezca esperanza a la mayoría de los venezolanos, así como métodos de participación y beneficios prácticos, no solo proclamar su oposición a los usurpadores y sus errores, por grandes que estos sean”.