Nuestros tres fantasmas de la Navidad
Tres fantasmas nos acosan. No es solo en esta Navidad. Están presentes desde que iniciamos nuestra vida republicana y, probablemente, desde antes. Desearíamos tuviesen la misma influencia de los tres espíritus del más allá que hicieron cambiar la vida al infeliz Scrooge, descritos por Charles Dickens en su Cuento de Navidad. Los fantasmas del pasado y del presente nos revelan una triste realidad. Ojalá recapacitemos y cambiemos nuestras actitudes para lograr un mejor futuro.
El fantasma del pasado: evidencia que no es cierto aquello de que cualquier tiempo pasado fue mejor, como creen algunos. Militares, incluyendo a nuestro Libertador, que pensaron que sus hazañas para lograr nuestra independencia eran aval suficiente para manejar al país a su antojo. Caudillos regionales que se creían señores feudales. Abogados y otros profesionales que se plegaron a la cachucha de turno en el poder. Mientras tanto, un pueblo analfabeto, sumido en la miseria, seguía al primer hombre a caballo que les prometiera una vida mejor o al menos el beneficio fugaz de un saqueo.
Cesaron las montoneras, pero los hombres de a pie no mejoraron. El oro negro sirvió para que un grupo reducido de venezolanos progresaran. La mayoría por su trabajo perseverante. Unos pocos por apoderarse de bienes públicos. Juan Vicente Gómez y Marcos Pérez Jiménez, los “gendarmes necesarios”, según Vallenilla Lanz, impulsaron el crecimiento de nuestra economía, pero no el desarrollo. Perduró la pobreza y la desigualdad.
El período democrático iniciado en 1958 despertó muchas esperanzas. Lamentablemente, una generación de jóvenes idealistas creyó, equivocadamente, que ellos eran los llamados a enderezar entuertos por la vía de las armas. Un proceso que se inició bien, se fue deteriorando gradualmente. El presidencialismo, con sus abusos, nunca nos abandonó. Nos engañaron y nos engañamos al creer que éramos un país rico y que los venezolanos teníamos cualidades superiores a los de otras nacionalidades. Evaluamos a los presidentes de esa época por las obras construidas, por su apoyo relativo a la educación y a la cultura, y por su mayor o menor apego a la Constitución. Tuvimos períodos presidentes buenos, unos no tan buenos y otros pésimos.
El fantasma del presente: Nos recuerda que llegamos a 1999 pensando que los pocos que nos habíamos beneficiado éramos la mayoría. Cuando nos cayó el chaparrón chavista, que no fue de agua sino más bien de un fuego destructor, le achacamos la culpa a factores secundarios. El más socorrido, y también el más superficial, es que Chávez fue consecuencia de la destitución del presidente Carlos Andrés Pérez, a quien le faltaban solo unos meses para terminar su mandato. El pasado no fue lo positivo que debió ser, pero lo seguimos añorando porque el presente es lo peor que hemos tenido en nuestra historia.
En esta etapa hemos tenido muchos acciones que pueden tildarse de heroicas. Jóvenes y no tan jóvenes han sido asesinados por oponerse a la dictadura de Chávez-Maduro, o víctimas del hampa alcahueteada por el régimen; hay presos políticos, pasan de los seis millones los compatriotas que se han visto obligados a huir del país, el sector privado está ahogado, nuestra agricultura y ganadería retrocedieron varios años, innumerables industrias y comercios han cerrado sus puertas. Más grave aún, se han deteriorado nuestros principios y valores, y la corrupción alcanzó límites nunca vistos.
Mientras millones de venezolanos se encuentran en una situación crítica, el usurpador Maduro y sus palafreneros se ríen de las penurias ajenas, lo cual no es de extrañar considerando su mentalidad criminal. Lo que extraña es la indolencia de parte de nuestra dirigencia opositora, la cual se muestra renuente a lograr acuerdos entre los demócratas. También, el afán destructor de algunos que opinan por los diferentes medios, considerándose dueños de la verdad.
Acciones a emprender: No hay una llave mágica para abrir la puerta de la libertad y de la democracia. No desperdiciemos la oportunidad de probar varias vías por haber fracasado en el pasado. El 9 de enero hay una elección impuesta por un TSJ cómplice de la dictadura, que desconoció el resultado anterior porque no le fue favorable. El candidato de Maduro viene de ocupar varios cargos en el gobierno. Ello evidencia que lo rojos harán todas las trácalas para imponer a su candidato. Hay que votar contra viento y marea. Después pueden haber dos eventos que dependen de los ciudadanos. Uno es activar el referendo revocatorio presidencial. El otro, es convocar una Asamblea Constituyente. Al frente de estas iniciativas están respetables compatriotas. Ambos tienen serios obstáculos colocados por el régimen. No son incompatibles, ninguno se debe descalificar, sino evaluar serenamente su viabilidad. No se debe descartar dos opciones poco probables, pero posibles, la intervención de nuestra Fuerza Armada en defensa de la Constitución, y una insurrección popular.
Que esta Navidad transforme a los malvados Scrooge en buenos ciudadanos.
Como (había) en botica: Ya está en Amazon el libro Indignidad: Génesis e historia de una afrenta a la patria y sus instituciones, del vicealmirante Rafael Huizi Clavier, distinguido luchador por la democracia quien está exiliado. Lo empecé a leer y lo recomiendo. Con la publicación de la plaquette La hallaca, María Gabriela Lovera nos ofrece libremente, en coedición de Petalurgia y de Helen Chocolate, el texto y receta del distinguido gastrónomo e historiador José Rafael Lovera sobre la historia y receta de nuestra multisápida hallaca. Lamentamos el fallecimiento de Iván Rodríguez, compañero de Gente del Petróleo y de Unapetrol. Un saludo muy especial para todos los presos políticos, en especial para Roland Carreño, uno de los casos más injustos. ¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!