Guerra política de trincheras
En la Primera Guerra Mundial murieron millones de soldados en una confrontación donde por cada metro que se avanzaba desde cada trinchera caían abatidos miles de jóvenes combatientes dirigidos por generales incompetentes, con algunas excepciones.
En Venezuela, la dictadura de Chávez-Maduro ha asesinado cerca de doscientos ciudadanos por manifestar en contra del régimen, miles de ciudadanos han sido abatidos por el hampa tolerada por el oficialismo, también por organismos de seguridad en supuestos enfrentamientos, y seis millones han tenido que huir a otros países. Mientras tanto, el gobierno y la oposición están enfrascados en una guerra política, cada uno en su trinchera, sin lograr avances significativos. En paralelo, se desarrolla una guerra política entre los dirigentes demócratas quienes, en lugar de cerrar filas en contra de la dictadura, se desgastan entre ellos desde su propia trinchera.
Nadie encuentra la salida. Cada quien predica que tiene la solución. Ciudadanos con buena formación no son capaces de desenredar el famoso nudo, con el agravante de que ninguno tiene la espada, ni la sagacidad de Alejandro Magno para decidir cortarlo.
Insistencia en la abstención: ¿Por qué algunos insisten en que no podemos ganar elecciones? Triunfamos en el referendo de reforma constitucional del 2007, en el 2008 ganamos la Alcaldía Mayor y cinco gobernaciones, en el 2015 ganamos los dos tercios de la Asamblea Nacional, en el 2017 ganamos seis gobernaciones, aunque después nos arrebataron dos y este año ganamos cuatro y nos despojaron de la de Barinas. Además, en todas las elecciones ganamos las alcaldías de Chacao, Baruta y El Hatillo en Caracas y la de Lecherías en Anzoátegui.
¿Es tan difícil darse cuenta que, a pesar de que nunca han sido elecciones de acuerdo a normas internacionales, la trampa se produce básicamente cuando no tenemos testigos y perdemos cuando decidimos no votar masivamente? ¿Es preferible perder por no votar o acudir a las urnas para que la dictadura se vea obligada a dar un zarpazo ejecutado por el genuflexo Tribunal Supremo de Justicia? ¿Se puede sostener la idea peregrina de que cuando hemos ganado es porque el régimen nos ha regalado migajas? Está comprobado que los rojos son totalitarios y no conceden regalos. Un punto a discutir es por qué hemos perdido gobernaciones y alcaldías que han estado en manos de los demócratas.
Dificultades de la unidad:¿Por qué, después del 2015 no ha sido posible la unidad de los partidos de oposición? Algunos sostienen que es asunto de egos, por lo que unos prefieren ser cabeza de ratón que cola de león. La realidad que reflejan las encuestas es que todos, unos más, otros menos, tienen limitado apoyo popular. Hoy en día la gran mayoría de los venezolanos no se identifica con un partido político. Es decir que, individualmente valen poco y unidos tienen peso porque los independientes apoyan cualquier grupo de unidad que adverse al régimen. Los que más bulla hacen son el G4, por un lado, y María Corina y Ledezma, por el otro. No se ponen de acuerdo por culpa de ambos lados. Si siguen en esa tónica ninguno irá para el baile.
¿Quiénes son los colaboracionistas? :Algunos sostienen que la unidad de los demócratas no es posible porque hay colaboracionistas. Como hemos dicho muchas veces, se abusa de este calificativo con malas intenciones. Colaboracionistas son las personas que aceptaron que el régimen les otorgara los símbolos de un partido para confundir y dividir al electorado.
Probablemente eso sucedió en Anzoátegui, donde muchos votaron por la tarjeta confiscada a Acción Democrática y por ello el alacrán José Brito sacó votos. También son colaboracionistas quienes crearon partidos de maletín para intentar lavarle la cara al régimen. El resto, aunque no nos gusten algunas de sus declaraciones y decisiones, deberían formar parte de la unidad.
La Constituyente: Un grupo de respetables compatriotas promueven desde hace años la realización de una Asamblea Constituyente. Inicialmente el objetivo era para cambiar la Constitución, lo cual hay que hacer. Sin embargo pareciera que últimamente también es para destituir todos los Poderes del Estado, lo cual es deseable, pero no pareciera conveniente por esa vía tipo chavista. También pecan de ilusos al proponer que la elección de esos diputados sea sin participación del CNE, con el alegato de que el pueblo es el soberano y sus decisiones son vinculantes, lo cual no aplica en dictadura.
El referendo revocatorio presidencial: Tiene que superar muchos escollos por el ilegal reglamento del CNE, y el recuerdo de la lista Tascón. Sin embargo, es una pelea que hay que dar. La otra opción sería enchinchorrarnos esperando la elección del 2024.
Sorpresivamente, hay quienes se oponen con el argumento de que es un exabrupto intentar revocar a un usurpador y que ello invalida el estatuto de la transición, tesis sostenida por algunos juristas de reconocido prestigio. Entendamos que estamos ante una situación inédita.
Borges el impredecible: Éramos muchos y pario la abuela. Ahora, Julio Borges y otros están intentando dar un golpe de Estado al presidente interino Guaidó. Quienes lo promueven no se percatan de sus propias debilidades, ni de lo que representa Guaidó internacionalmente. Conspiran por envidia. En vez de atacar a Guaidó, algunos partidos deberían expulsar a varios de sus miembros señalados de actividades non sanctas.
Ariadna, por favor: Por culpa de esta guerra de trincheras entre la misma oposición no se visualiza la salida. Habrá que apelar a una Ariadna, para que teja su hilo que nos permita entrar al laberinto, acabar con el Minotauro y encontrar la salida.
Como (había) en botica: Los magistrados de la Sala Electoral son deshonestos y los rectores rojos del CNE unos alcahuetas. Bravo por Francisco Martínez, rector suplente que renunció al CNE. Le deseamos pronta recuperación a la valiente María Corina y que el reposo le permita reflexionar sobre el papel que puede jugar para contribuir a poner fin a la guerra política de trincheras ¡ No más prisioneros políticos, ni exiliados!