Especial ND | “Vine a portarme bien”: La vivencia de un venezolano que cruzó el Río Bravo y llegó a EEUU
Cruzar el río y hacer una nueva vida. Esa es la esperanza de todo venezolano que se aventura y decide probar suerte en los Estados Unidos (EEUU), país que muchos connacionales ya han hecho su hogar al haber huido de la crisis local.
ND tuvo acceso a la experiencia vivida por un caraqueño, oriundo de El Cementerio, que hace poco tuvo el placer de llegar a EEUU tras haberse mojado con las aguas del Río Bravo y ser detenido por las autoridades del país norteamericano.
Salió temprano de su casa con una maleta llena de sueños. Estaba decidido a intentar comenzar una nueva vida en ese país y para eso, compró un pasaje cuyo destino fue Toluca, en México. El precio, nos reveló, superó los 640 dólares estadounidenses.
Indicó que viajó con Conviasa, la aerolínea del chavismo. Antes, tuvo que dar constancia de la reserva del hotel que pagó desde Venezuela por todos los días que iba a durar en el país centroamericano.
Nos dijo que fue a Toluca porque el terminal de Ciudad de México y de Cancún son estrictos con los venezolanos y no los dejan entrar. “Los deportan traigan lo que traigan”, criticó. Eso ha sido constatado en las recurrentes denuncias que abundan en las redes sociales.
“Hay que pagar con una transferencia de hasta $1.000 a un funcionario del aeropuerto para que te ayude a salir. Pero el de Toluca es nuevo en eso. Ese aeropuerto no tiene la cantidad de vuelos de los aeropuertos anteriores y fue fácil pasar”, indicó.
Toluca, según lo definió, es un pueblo pequeño, que rememora a los del interior de Venezuela. Está a dos horas de la capital mexicana. Para llegar a Ciudad de México, dijo que pagó un taxi, el cual le cobró 60 pesos mexicanos, unos 11 dólares.
“El día que llegué a Ciudad de México, me quedé en el hotel que había reservado, para salir al día siguiente al terminal terrestre del norte. Ahí compré boleto terrestre hasta Piedras Negras, por $40”, señaló.
Piedras Negras es una localidad al norte del país mexicano, en el estado de Coahuila. Está ubicado justo al frente de Eagle Pass, una ciudad de Texas, Estados Unidos, a orillas del Río Bravo.
Nuestra fuente precisó que en su camino hacia esa ciudad tuvo recuerdos de Venezuela, pues pagó vacunas a los policías de las distintas alcabalas, “ya sabiendo que vas a buscar el sueño americano”.
Dijo que en el bus que lo trasladó a Piedras Negras había personas de muchas nacionalidades: rusos, árabes, africanos, centroamericanos, peruanos, colombianos, chilenos y, claro, venezolanos.
“Solo buscan dinero”
Tras 14 horas de trayecto y haber recorrido más de mil kilómetros para llegar a la frontera de México con Estados Unidos, se bajó del autobús. Ahí había oficiales de Migración “con ganas de asustarte” para que los viajeros se regresaran. “Pero solo buscan dinero”, dijo.
Siguió su trayecto. Tenía que cruzar el río y estaba a punto de llegar a Estados Unidos. “Tú decides cruzar con alguien que sepa dónde es más bajito el río, algún lugareño que te advierta”, precisó.
Sugirió que hubo gente que pagó por esa guía, pero al final terminaron siendo estafados. Por eso, caminó directo al río. Los nervios ya se apoderaban de él.
Al llegar a las orillas del Río Bravo, consultó a unos niños que estaban jugando en el lugar sobre qué parte era menos profunda para poder cruzar. Ellos le señalaron que debajo de un puente, el cual visibilizó rápidamente.
Acto seguido, se abalanzó. En camiseta y shorts, atravesó la masa de agua. En efecto, no era nada profundo. “Al cruzar me pareció fácil”, dijo. Y luego, como lo planeó, pisó, por primera vez, la tierra estadounidense.
Preso, pero bien tratado
Cuando logró cruzar, lo estaban esperando los soldados estadounidenses. Amablemente, según nos contó, le pidieron que se quitara las trenzas de sus zapatos, al tiempo en que llamaba a los oficiales de Migración para que lo recogieran en el lugar.
“Pero el trato del lado de EEUU es demasiado bueno, muy humanitario. Te tratan muy muy bien. Te permiten que avises a tu familia vía mensaje que estás vivo y llegaste bien. Y dentro de la migración, te atienden como tiene que ser”, indicó.
Nuestra fuente duró cuatro días detenido en Migración y allí no le pidieron mayor información. “Ellos llevan un formato de firmas y luego te liberan”, precisó.
Evidentemente, no quedó completamente libre. Por no llevar visa, le retiraron su pasaporte y le dieron un documento que, si bien le permite transitar por el territorio estadounidense, resalta que es un inmigrante.
Nuestra fuente ahora tiene una audiencia pública, pautada para octubre de este 2022, en donde se resolverá el asilo político que solicitó una vez fue detenido en Migración. De ganarlo, contará con beneficios sociales de ley.
Lo que nos contó guarda relación con una noticia que publicamos en ND en noviembre pasado, de que casi todos los venezolanos que cruzan la frontera mexicana están siendo liberados en EEUU.
¿Y ahora qué?
Ya liberado y pendiente de su caso, nos dijo que va de camino a Los Ángeles, California, donde trabajará duro “para ayudar a los míos allá en Venezuela”.
“A eso vine: a portarme bien y dar buena cara de los venezolanos de a pie”, finalizó.