Votemos
La máxima expresión democrática es el sufragio. El atajo siempre fue la indócil manifestación de sociedades atascadas, la barbarie nunca podrá construir sobre bases equitativas, por ello busca mancillar al voto. La vorágine arrastró oportunidades, hasta sepultar grandes posibilidades de obtener victorias sin que la sangre fuera el epitafio de vidas sacrificadas. Los hijos del pueblo pusieron el pecho a las balas, mientras los retoños de los auspiciadores de la gesta: gozaban en el extranjero de los privilegios de contar con mucho dinero.
Venezuela tiene el cuerpo lleno de esas heridas históricas. Las lágrimas no trajeron el cuerpo de la victimas con su energía vital.
El monstruo totalitario sigue en su guarida atormentándonos a todos. Hemos probado muchas fórmulas, sin resultados efectivos. Regresar al terreno electoral, con todo y sus dificultades, es lo mejor. Quienes se abstienen colocan su cabeza en el colgadero.
¿Cómo podrán zafarse del cruel destino si entregaron su principal arma ciudadana? Dejar de ejercer tu derecho terminará de colocar a quien rechazas en los cargos que no desea para el futuro de tu nación. ¿No es mejor ejercer tu legítimo derecho a la protesta cumpliendo con tu rol?
Las experiencias abstencionistas en el mundo han sido fracasos estrepitosos. Como nunca gozan de respuestas coherentes, las sociedades terminan frustrándose al ver que lo que hicieron los atornilló en el poder. Luego surge la etapa de arrepentimiento, cuando se dan cuenta del craso error cometido.
Lamentablemente tendrán que esperar varios años de pena, en el corto tiempo no hay vuelta de hoja. Quien termina pagando los platos rotos es el país. La otra es que los líderes proponentes se ocultan primero para no asumir su llorosa cría política. Luego reaparecen negando su paternidad irresponsable, en definitiva siempre conseguirán una nueva fantasía de la cual colgarse. Acá se durmieron en la hamaca esperando una invasión.
Aprendamos de tantos errores en más de dos décadas de experimento. Ejerzamos con alegría nuestro derecho a elegir.
El sufragio es un arma fundamental para cambiar muchas cosas. Es un paso que bien utilizado dejará una ruta. Con la cooperación internacional, la protesta cívica, la organización y el voto podremos ser definitivamente libres.
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