La dictadura perfecta
En pleno siglo XXI las dictaduras también realizan elecciones con su versión de modalidad universal y secreta. Basta ver a Irán, Bielorrusia, Turquía y Rusia, ya que China y Corea del Norte mantienen la dictadura del Comité Central sobre el pueblo, tanto que le conceden a Xi Jinping mandato por décadas a la estatura de Mao Tse Dong y al otro tirano Kim Jon Un, la condición de caudillo hereditario.
En el siglo XX, en el contexto de la Guerra Fría, las dictaduras resolvían sus mandatos bajo el fuego de las armas, o de «elecciones estrambóticas» como el caso de la URSS donde la única lista la del PCUS obtenía más del 100% de los votos. ¿Cómo lo hacían? Aplicaban el teorema de Josef Stalin y de Leonid Bresnev: “lo importante no es la votación, sino quien cuenta los votos”.
Si vamos a América Latina las dictaduras gorilas del Cono Sur avasallaron sus pueblos en el siglo XX aplicando la paz de los cementerios, y en el actual siglo XXI tenemos la versión estaliniana en Cuba con un sistema de votación garantizado por los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) y el estado castrista, donde solo participan militantes del Partido Comunista, y la Nicaragua de Ortega quien apresa a los candidatos opositores y se autoerige en nombre del pueblo nica.
En Venezuela han diseñado un modelo característico “ejemplar” para las dictaduras del mundo, donde una tiranía que es señalada por la CPI por delitos de lesa humanidad, calificada igualmente por la Comisión de DDHH de la ONU, investigada por una Comisión de Encuesta de la OIT por violación contumaz de los convenios laborales, así también la mayor parte de su tren ministerial empezando por el tirano mayor tienen puesta su cabeza a precio por corrupción, confisca a los partidos políticos, mantiene en prisión a 250 opositores, tortura y asesina a militares y civiles, mantiene a la población en 96,3% en condición de pobreza y ha promovido la diáspora de 7 millones de venezolanos. ¿Cómo es entonces posible que imponga para su provecho tan “exitosos resultados”? – Además en un contexto donde los 60 países más relevantes de la comunidad internacional desconocen al dictador Maduro.
Si no es un milagro es entonces un récord interplanetario que, luego del prontuario leído, obtenga un triunfo aplastante en las elecciones regionales y municipales frente a las calamidades soportadas estoicamente por la población en cualquier región del país.
La cuadratura del círculo dictador se confabula a partir del apoyo del eje de las tiranías del planeta, quienes otrora apoyaron al régimen castrista, ahora han financiado y armado a la dictadura chavomadurista incluso con fuerzas armadas y guerrillas en el territorio nacional, brindándole en el escenario internacional el flanqueo necesario que supere el aislamiento de las sanciones.
En ese tenor la tiranía venezolana adicionalmente disfruta de una oposición llámese, MUD, G4, Frente Amplio, Gobierno Interino, Alacranes, quienes no rinden cuentas de sus derrotas y disparates, asistiendo al sainete electoral que prepara cada cierto tiempo el régimen. La alta abstención superior al 60% y tasas de credibilidad en el subsuelo del maltrecho liderazgo opositor son el reflejo de la ruptura de la población con esta clase política, reforzada además con la ausencia de unidad y de programa, al participar incondicionalmente en un proceso electoral maniatado por el Estado, en todas las fases del cronograma electoral que debía garantizar elecciones libres y creíbles.
Por tanto, culpar a la abstención o a la diáspora que en estampida partió de un país en ruinas, para así pretender esconder esta fracasada oposición sus vergüenzas ante el mundo, quien le señala por su incapacidad de presentar un programa de reconstrucción nacional, reducido a la aspiración a una cuota de poder efímera controlada por la dictadura.
Veamos, ¿Qué son hoy las gobernaciones? Son entes que dependen del situado constitucional centralista. Les arrebataron el FIDES, La ley de Asignaciones Especiales, no tienen competencia fiscal, y de paso les imponen una figura protectora, cuyo objetivo es aminorar su existencia en base al proyectado Estado Comunal neocorporativo, que entronizaría la dictadura perfecta del chavomadurismo con la futura desaparición de Gobernaciones y Alcaldías.
¿Para qué sirvió entonces el proceso del 21N? Fue simplemente un casting presidencial opositor que será manipulado tanto por el régimen, como por la oposición para ilusionar al pueblo con una salida electoral para 2024, y de esta manera darle finiquito al maltrecho y desdichado gobierno interino de Juan Guaidó, y de paso garantizarle permanencia justificada a un régimen tirano que en ninguna circunstancia ni es legítimo, ni es constitucional, es una dictadura.
Movimiento Laborista