«Have yourself a Merry Little Christmas» y el caso de José Francisco
“Have yourself a Merry Little Christmas” es un video que por estos días zarandea la fibra humana de propios y extraños, dentro y fuera del país. ¿La razón? Aborda un tema sensible: las vicisitudes inherentes a la migración venezolana, un proceso que ha afectado al mundo con desplazamientos a diversas latitudes, unidas a ausencias y soledades conmovedoras.
“Esto no estaba en nuestros planes”, nos comentó en clase la profesora Marisol Ramírez. “Jamás imaginamos a hijos, hermanos, padres, primos, rodando por el mundo” -agregó. Un fenómeno generado por la escalada de violencia en el país, que nos expone a ofensas o agravios y las consiguientes heridas, la mayor de las veces difíciles de curar o sanar.
“Poner tierra de por medio”, expresión coloquial que significa: “alejarse de un lugar o de una situación para evitar algo”, sugiere la causa de la migración venezolana, asociada a los más variados tipos de violencia que abruman a nuestra sociedad. Obligado es responder al menos dos preguntas: ¿de qué se aleja el venezolano cuando decide emigrar? Por ejemplo:
“[…] a) del debilitamiento, quiebra y fragmentación del Estado; b) del hundimiento de la economía formal […] trayendo como consecuencia que en la región seamos el país con el nivel más bajo de participación de la población en la actividad económica; c) del conflicto civil o interno, en estados fronterizos […] d) de la hambruna que se acentúa aceleradamente desde 2015”.
Y segunda, ¿qué trata de evitar? Por ejemplo: “la privación de la vida o de la libertad por el derecho a la manifestación o cuando acallan las voces de quienes se expresen en favor de la exigibilidad de sus derechos”. No es poca cosa.
Entre tantas que pudiesen citarse y que un caso emblemático permitirá ilustrar, el de un joven de 20 años de edad.
José Francisco Uzcátegui Nakada, cédula de identidad Nº V-28.298.716, nacido el 1º de Julio de 2001 en el oriente del país, en Maturín, estado Monagas. Hijo de José Francisco Uzcátegui Rondón y Noriko Mayumi Nakada Herrera, ambos profesionales, con estudios en el exterior, quienes le proporcionaron una educación sólida en valores y principios, así como una rica herencia cultural de una familia que el 2013 tuvo un nuevo integrante, su hermanito menor.
Desde adolescente se vio inclinado por el activismo político. A ejemplo de su abuelo y el padre, de reconocida militancia en el partido Acción Democrática, en cuarto año de bachillerato inicia lo que él llama su “participación más activa como ciudadano” y destaca por su capacidad de organización y liderazgo, que más adelante le traerá dificultades.
“Visualicé los problemas de mi comunidad y del país con la participación en foros a los que me invitaba mi prima Akemi y tuve interés en los postulados de Primero de Justicia y las propuestas de gente joven que quería un cambio para nuestro país”.
Cuando conversamos, José Francisco se expresó, me aclaró, con la misma emoción de cuando asistía a esas actividades con sus amigos del Instituto Alejandro Humboldt, con quienes se graduó de bachiller: Adriana, Mafer, Priscila, Ricardo, Ángel, Eduardo, Covino, Antonio, “mi novia, confidente y muy amiga Fátima” y Helio, con h, amigo y socio en una actividad comercial que emprendieron luego de salir de liceo.
Se hace activista de Primero Justicia e ingresa a la Universidad Metropolitana para cursar Ingeniería Civil en Caracas, a la vez su actividad política fue mayor en medio del estruendo de la ola de protestas que se sucedían en la capital del país. Su participación y la del grupo que integraba no pasó desapercibida para las autoridades, pronto fueron perseguidos, hostigados. Los primeros en salir del país fueron sus primos, tras ser señalados como agitadores por Diosdado Cabello en su programa televisivo Con el mazo dando.
“Y ante tanta incertidumbre -explica José Francisco-, lentamente te siembran el miedo, nadie quiere pasar ni un segundo preso y menos con lo que se escucha que sucede a los internos. Ya mi preocupación es mayor, mis padres se angustiaron y me indican que hay que tener mucho cuidado y bajar la participación, ya que no hay dinero para pagar abogados y si lo hubiese tampoco serviría porque ellos tienen secuestradas todas las instituciones, y esto me lleva a tomar la misma decisión de mis primos, dejar el país”.
Con claridad meridiana, habló de lo que significó irse de Venezuela:
“Iniciar una nueva búsqueda de oportunidades para hacerme un profesional. Y el dolor que esto genera al tener que dejar todos tus sueños, a toda tu familia atrás, mi papá, mi mamá, mi hermanito, mis abuelos, mis tíos, sobre todo a mis primas Akemi, Maru, Naomi, quienes siempre me han apoyado, a mis grandes amigos, a mi novia Fátima”.
Cuando le pregunté por qué habló de miedo, expuso:
“Meten preso a quien quieren y ahí los dejan hasta que los aniquilen o anulen. Yo, a mi corta edad, nunca me imaginaba salir corriendo de mi país, solo porque pienso distinto. Ahora en busca de cumplir con mis sueños en otro país diferente al mío, con otra cultura y otros valores, alejado de los míos y hasta obligado a cambiar la sazón de nuestras comidas por otras. ¡Que tristeza! Y todavía hay quienes preguntan por qué migran los venezolanos”.
Las palabras de este joven venezolano explican en toda su magnitud el impacto causado por el video publicado en el canal de YouTube del cantante Frank Sinatra, por generar una combinación de la memoria grata e ingrata nada fácil de superar en Navidad con tantas personas ausentes, como dijo Marisol, “rodando por el mundo”, uno de ellos, sólo, con su proyecto de vida hecho añicos, José Francisco Uzcátegui Nakada.
@jolcesal