Del país de las dislocaciones
Penalmente es una falta salir sin ropa a la calle. Pudiera convertirse en un delito de acuerdo a las circunstancias.
El tapaboca puede considerarse tan imprescindible como una prenda de vestir al agudizarse la pandemia. El que no lo tenga es un homicida en potencia o quien no lo reclame induce al suicidio.
Vemos que el asunto tiene sus bemoles nada baladíes. Nada curiosa es la escasa reflexión sobre la biopolítica en Venezuela.
Hay Estado de sobra para expropiar en Venezuela. Falta demasiado para las mínimas condiciones sanitarias requeridas.
No hay autoridad siquiera para reclamar el uso del tapabocas con una policía que no los usa tampoco. Menos en un condominio en el país de las dislocaciones.