Una ciudad comunal sirve para desviar la atención y destruir Él Ávila
Que el extraditado Álex Saab maneja información privilegiada que compromete a las cúpulas podridas del gobierno quedó evidenciado cuando desesperadamente se paran de una mesa de negociación orquestada por toda la comunidad internacional, incluyendo a sus aliados. Ya antes habían dado un penoso espectáculo presentando como diplomático y delegado por Venezuela ante esa mesa de negociación al referido delincuente colombiano. Un triste episodio que mostró ante el mundo las carencias morales del régimen, algo que aquí todos sabemos.
Por otra parte, la crisis avanza: tenemos hospitales que aterran, escuelas y universidades que dan lastima, los sueldos no alcanzan, el hambre gana terreno y se profundiza el drama de los Servicios Públicos. Ya ni Caracas se salva de los apagones y la escasez de gasolina.
El gobierno está en una situación muy precaria, angustiante. Y para desviar la atención de los problemas reales de los venezolanos, inventan construir una ciudad comunal en El Ávila, un parque nacional protegido por la ley y que no solo es símbolo de la ciudad capital, sino que es un patrimonio de todos los venezolanos que ha inspirado a músicos, pintores, poetas y enamorados de todos los tiempos.
Algunos sugieren que se trata de un «trapo rojo» y mejor no pisar el peine respondiendo al gobierno. Otros pensamos que hay que denunciar ambas cosas: la pretensión de utilizar a El Ávila para ocultar la tragedia que sufrimos y la intención de convertir a este monumento de la naturaleza en un territorio devastado como han hecho con la selva amazónica o en el asiento de lujosas residencias ilegalmente construidas, tal como han hecho en Los Roques. ¿Para que otra cosa puede servir una ciudad comunal en El Ávila?
También escuchamos que no hay que preocuparse pues la promesa de construir una ciudad comunal es hecha por los mismos que prometieron un segundo puente sobre el Lago de Maracaibo, el Metro de Guarenas, la Autopista de Oriente y un sinfín de obras que luego de dos décadas están inconclusas, si acaso arrancaron. Es muy cierto. La corrupción e ineptitud para construir esta amplia e indiscutiblemente demostrada pero su capacidad destructiva parece infinita, eso también está demostrado. No han construido nada pero han logrado destruir todo. Es decir, no me preocupa que construyan una ciudad comunal sino que estemos ante el más grande ecocidio cometido a lo largo de nuestra historia, lo que ocurriría ante el silencio cómplice de nuestra FAN que siempre fue custodio de este patrimonio de la humanidad. ¿Quedará un ápice de dignidad en la otrora institución castrense o simplemente el honor no se divisa?
¿La verdad? no me hago ilusiones. Quizás más de un general (minúsculas adrede) aspire tener su mansión en El Ávila, como estos jerarcas y enchufados que se han resignado a una dura realidad: «no podemos salir del país porque nos pasará como a Alex Saab y tampoco podemos sacar los reales por las sanciones pero si podemos vivir en El Ávila, beber whisky y jugar todos los días en el Casino del Hotel Humboldt. ¡Ahhh sabroso…!»
En fin, aunque este insólito anuncio fuera solo un «trapo rojo», nuestra obligación ciudadana es alzar la voz y defender al cerro El Ávila ante cualquier amenaza presunta o real. Los venezolanos tenemos que aprender a pelear en varios frentes simultáneamente para defender lo que nos pertenece, sin que estás estrategias distraccionistas nos saquen del foco de nuestras luchas.
El Ávila es un patrimonio natural de la humanidad pero tiene un significado cultural, social y espiritual para todos los venezolanos. Ni hablar para Caracas, ciudad que aspira seguir siendo «la odalisca rendida a los pies del sultán enamorado”, como diría el poeta Pérez Bonalde. Hoy no solo está prohibido olvidar sino también el silencio. ¡Venezuela no se rinde!
Twitter; @richcasanova
Dirigente progresista – PJ / Vicepresidente ANR Colegio de Ingenieros de Venezuela