Propaganda política, desde los gladiadores hasta el «casa por casa»
Las huellas que de la antigua Roma llegan al mundo contemporáneo no dejan de sorprender y, sin duda, una de las actividades romanas que mayor impacto ha tenido en nuestro imaginario colectivo ha sido la lucha de los gladiadores, propiciando el uso de los mismos con fines lucrativos y políticos. Estos combates servían no solamente como entretenimiento, sino para educar al pueblo en valores guerreros y masculinos o como muestra de la superioridad de Roma sobre el enemigo. Los sentimientos del pueblo en el mundo antiguo, oscilaban entre la adoración y el desprecio por los gladiadores.
Embarcado en incesantes guerras de conquista y conflictos civiles, el pueblo de Roma amaba las emociones fuertes. A tal punto llegó la afición por los duelos de gladiadores que los mandatarios y políticos terminaron por adueñarse de ellos para reforzar su imagen. El costo de estos espectáculos era sufragado por particulares, quienes conscientes de su enorme éxito, los utilizaron como propaganda electoral para atraer hacia su causa a los amantes de este tipo de lucha. Dejados a la iniciativa de cualquier ciudadano adinerado, estos espectáculos, por razón de su popularidad, pasaron a ser un instrumento ideal de propaganda y de publicidad para aquellos que soñaban con carreras fuera de serie y con éxitos electorales fulgurantes
El papel de la propaganda y la publicidad era y siempre ha sido el de modificador de la conducta de las personas a través de la persuasión, sin que parezca que están siendo forzadas. Uno de los principales medios que utilizan para ello es la información: dando falsos informes, o sencillamente seleccionando las noticias, se pueden modificar los juicios de los interlocutores, y con ello también su conducta. La propaganda y la publicidad no se reducen a la mentira, ya que pueden echar mano a toda una serie de procedimientos. Pero el embuste es probablemente el más eficaz, debido a que, cuando tiene éxito, pasa desapercibido.
La reforma del sistema electoral romano durante el último siglo de la República, señala que: “La corrupción electoral no es un fenómeno de la tardía República, sino que se constata su presencia desde el s. III a.C.”. Si bien es cierto que existía abundante legislación dirigida a reprimir los sobornos y cualquier tipo de práctica ilegal que se pudiese utilizar para conseguir réditos electorales, no es menos real que los que procuraban el éxito en obtener votos de cualquier modo posible no escatimaban medios para rodear la legalidad y conseguir el objetivo perseguido, que no era otro más que el obtener de sus conciudadanos más votos que sus contrincantes en un proceso electoral. Por estas calles también se cuecen habas.
La publicidad electoral estaba presente en su vida política. Existían muchas formas de propagar las bondades, virtudes y cualidades del candidato que se postulaba para un cargo, quedando claro que se valoraba la influencia que una determinada propaganda podía tener en los futuros votantes. Esto indica que las campañas electorales ya existían en la antigua Roma, floreciendo en los siglos siguientes y que también degeneraron en la misma ciudad y en todos los confines del imperio, al utilizar frecuentemente formas de persuasión y captación del voto fuera de toda legalidad. Perversos mecanismos que parecen haber trascendido hasta nuestros días.
Mi conclusión, después de habernos asomado a la realidad romana, no puede ser otra que la siguiente: me sigue preocupando que la disciplina menos evolucionada a lo largo de la historia, es la política. Desde las puñaladas y venenos de la antigua Grecia, pasando por los gladiadores del Imperio Romano, arribando a las actuales ofertas populistas de los exámenes médicos y medicinas ―que parecen haber ocupado el lugar de los tradicionales cabilla, zinc y cemento― aderezadas con los mecanismos de los volanteos, caminatas y los no menos hipócritas “casa por casa”, dan cuenta de la poca inventiva de la clase política contemporánea, por lo que, parafraseando a un curtido dirigente, me atrevo a decir: Tal parece que, de inteligencia y creatividad, no va a fallecer la actual dirigencia política.
Coordinador Nacional del Movimiento Político GENTE