Este 12 de octubre, a tono con su pretendido rol de redentores, los progres del nuevo mundo echaron mano a la historia de la conquista y colonización de América. Líder en paródicas versiones, Andrés Manuel Lopez Obrador continúa desconociendo que quienes liquidaron la hegemonía mexica en Tenochtitlan fueron decenas de miles de guerreros indígenas apoyados por centenares de soldados españoles, subraya que España solo sembró “exterminio y muerte”, que continúan 500 años de resistencia e insiste en que todos los mexicanos son originarios. No obstante, habla español, no náhuatl, y luce sus cuatro apelativos castizos.
Nuestro Golem gobernante no podía quedar atrás, remedando el discurso del prócer lenguaraz, quien en una de sus épicas hazañas ordenó derribar y arrastrar la efigie del “genocida” Colón, afirmó: “los colonizadores llegaron para desterrar, masacrar y esclavizar a nuestros abuelos y abuelas y España debe rectificar (sic) y pedir perdón”. Olvida que es él mismo quien debería avergonzarse y pedir perdón a los nietos y nietas de aquellos ancestros, quienes hoy, en condiciones miserables de salud y nutrición, desplazados de sus tierras por salvaje explotación, huyen a Brasil como recurso de sobrevivencia.
No se escapa ni el mesurado Presidente Biden. Este 12 de octubre, casi solloza evocando el genocidio de los indígenas a manos de los crueles colonizadores del viejo mundo. Su versión no desempolvó el exterminio sistemático de los aborígenes norteamericanos por sus instruidos ciudadanos blancos. Una matanza tan festiva, que para no olvidarla fue inmortalizada como tema central de los Western.
Se destaca otro progre, pero con más sentido de la oportunidad y provecho en el manejo de la historia: Alberto Fernández. Para congraciarse con el Jefe de Gobierno español en su reciente visita a Buenos Aires le reveló que, a diferencia de otros pueblos vecinos del hemisferio, los argentinos no descendemos ni de indios ni de la selva, “…todos descendemos de un barco europeo”.