¿Cómo y porqué nació la OPEP?
El pasado 14 de septiembre se cumplieron 61 años de la creación de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). En un documento dado a conocer recientemente, esta organización estima que el petróleo “seguirá siendo el combustible con mayor participación en la canasta energética mundial al menos hasta 2045”, aunque, en el mismo período, las renovables y el gas natural serán fuentes de energía que tendrán un aumento de uso muy importante.
Por más de dos décadas, pues, el petróleo, según ese estudio, seguirá jugando, junto con la OPEP, un papel relevante en el mercado energético global.
¿Cómo y porqué nació la OPEP?
Antes de 1950, las grandes compañías norteamericanas que explotaban el petróleo del Medio Oriente no pagaban ningún impuesto sobre sus ganancias (sólo pagaban, a cada país, 4 chelines por tonelada de petróleo extraído) y, gracias a ese privilegio, inundaban con su producción la costa atlántica de EEUU y competían a más bajo precio con el petróleo venezolano, que sí estaba sujeto a tributos fiscales, los cuales en el trienio 1945-1948, llegaron al famoso fifty-fifty, y con el Gobierno Provisional bajo la presidencia del doctor Edgar Sanabria en 1958 alcanzaron alrededor del 60%, sobre las utilidades de la industria petrolera. Además, las compañías fijaban los precios de referencia para el petróleo crudo –que no coincidían con los precios reales de venta- sobre los cuales se hacía el cálculo del pago de los impuestos. Así surgió la idea de llegar a un acuerdo con los países productores del Medio Oriente para regular la producción, haciéndoles ver el negocio que, en perjuicio de ellos, hacían las compañías norteamericanas, y exponiéndoles, además, la experiencia de Venezuela que permitía aumentar los ingresos fiscales.
A partir de 1950, los países del Medio Oriente comenzaron a decretar impuestos sobre las utilidades petroleras. En abril de 1959 se celebró el Primer Congreso Petrolero Árabe en El Cairo, al cual fue invitada Venezuela. Nuestra delegación la encabezaron Juan Pablo Pérez Alfonzo, Ministro de Minas e Hidrocarburos, y Manuel Pérez Guerrero, Jefe de Cordiplan, y participaban en ella representantes de los partidos políticos que integraban el Gobierno Constitucional de coalición presidido por Rómulo Betancourt. Como en la reunión de ese Congreso participaban productores y consumidores, gobiernos y compañías, el planteamiento de Venezuela de formar con los árabes un solo bloque de acción, no podía hacerse en las deliberaciones oficiales; hubo, en las afueras de la ciudad, una reunión secreta entre los representantes de los países exportadores en la que Pérez Alfonso plantea que, controlando la producción y eliminando el excedente de crudo en el mercado, es que se puede evitar la caída de los precios, y que, en consecuencia, debía crearse un organismo de consulta con ese objetivo. Se firmó lo que se llamó un “Pacto de Caballeros”, en el que se hace recomendaciones a los gobiernos, incluyendo la propuesta de Pérez Alfonzo sobre el establecimiento del organismo de consultas.
En el mes de agosto de 1960 hay una drástica reducción de los precios, anunciada unilateralmente por las compañías petroleras. Ante esa situación, el 10 de septiembre de ese año, en Bagdad, se reúnen los representantes de Venezuela, Irak, Irán, Arabia Saudita y Kuwait para establecer una política común sobre producción y precios.
Cuatro días después, el 14 de septiembre, se creó la OPEP. Venezuela estuvo representada por el titular del Ministerio de Minas e Hidrocarburos, doctor Juan Pablo Pérez Alfonzo. En el texto del acuerdo de Bagdad se dice que se decidió formar un organismo permanente llamado Organización de Países Exportadores de Petróleo para consultas regulares entre sus Miembros con vista a coordinar y unificar sus políticas, y se justifica esa decisión por haber considerado: “Que los Miembros tienen en marcha muchos programas necesarios de Desarrollo, financiados principalmente por las entradas provenientes de sus exportaciones petroleras; Que los Miembros tienen que contar en alto grado con las entradas petroleras para equilibrar el presupuesto anual nacional; Que el petróleo es una riqueza perecedera y en la medida en que se va agotando debe ser reemplazado por otras riquezas; Que todas las naciones del mundo, para mantener y mejorar sus niveles de vida tienen que contar casi por completo con el petróleo como fuente primaria de generación de energía; Que cualquier fluctuación en el precio del petróleo afecta necesariamente la marcha de los Programas de los Miembros, y resulta en una dislocación perjudicial no solamente para sus propias economías, sino también para las de todas las naciones consumidoras”.
En su libro El Pentágono Petrolero, Juan Pablo Pérez Alfonzo, expresa: “…La Organización de Países Exportadores de Petróleo es un poderoso instrumento que se vieron en la necesidad de crear los grandes países petroleros para la defensa y conservación de su extraordinaria riqueza natural. Primero le correspondió cumplir el objetivo esencial de revisar las bases de las relaciones de los países miembros con la industria petrolera. Pero, ya logrado este objetivo, la OPEP podrá dedicar toda su atención y todo su esfuerzo al objetivo mayor y central que moviera a su creación: defender los precios del petróleo para llevarlos a una relación de intercambio equitativo…La acción de la organización también ejercerá influencia ejemplarizante en las organizaciones similares para la defensa de otras materias primas y productos naturales”.
Teodoro Petkoff, en la edición de Tal Cual, del 25-09-2000, escribió: “Fue un gobierno adeco, el del 45-48, el que estableció el fifty-fifty con las compañías petroleras. Fue por la visión y energía de Rómulo Betancourt y Pérez Alfonzo, en un segundo gobierno adeco, que fue creada la OPEP”. Dos destacados columnistas, Fausto Masó e Ibsen Martínez, también testimoniaron, en El Nacional del 30 de septiembre del año 2000, su reconocimiento a la contribución de Betancourt en la creación de la OPEP. Masó apunta sobre Betancourt que “fue el presidente que respaldó la creación de la OPEP”, y Martínez formula las siguientes consideraciones: “Es en relación con ellos dos (Betancourt y Pérez Alfonzo) que puede decirse que la OPEP, valga lo que valiere en la historia del siglo petrolero, es una invención venezolana. En los años 60, el momento más fragoroso de la descolonización del Tercer Mundo que siguió a la Segunda Guerra Mundial, Betancourt y Pérez Alfonzo obraron en una dirección que contemplaba la inequidad del sistema económico y el deber de inversión social de los gobiernos democráticos del llamado Tercer Mundo”.
Con motivo de la II Cumbre de Soberanos, Jefes de Estado y de Gobierno de la OPEP, reunida en Caracas los días 27 y 28 de septiembre del año 2000, la Asamblea Nacional chavista discutió y aprobó un Acuerdo en el que se señaló la importancia de la OPEP y la decisiva participación de Venezuela en su creación. Como lo destacaron los distintos medios de comunicación, tanto escritos como audiovisuales, los diputados del oficialismo sólo mencionaron en aquel Acuerdo el nombre de Juan Pablo Pérez Alfonzo, y se negaron a incorporar el nombre de Rómulo Betancourt, quien, como hemos visto, intervino activamente en todo el proceso de la concepción y gestación de la OPEP.
Sólo en los regímenes totalitarios, el odio y el fanatismo falsifican la historia. En la desaparecida Unión Soviétiva se escribía y reescribía, al vaivén de las pugnas y de las purgas, el rol cumplido por los líderes revolucionarios. En la Italia de Mussolini, propuso Alfredo Rocco reescribir la historia de Europa según la visión del mito fascista. En la Alemania de Hitler, nos cuenta William Shirer en su monumental obra “La Historia del Tercer Reich” que durante el nazismo, el cual vituperaba los 14 años de la República de Weimar (1919-1933) y exaltaba los años de gobierno del nuevo Reich, “la historia quedó tan falsificada en los libros de texto y en las conferencias de los profesores, que llegó a ser ridículo”.
La dictadura venezolana, que se atavía con arreos totalitarios, también ha tenido, tanto en el petróleo como en otras materias, atrevimientos parecidos de contar la historia a su manera. Es un régimen bifronte -influido militarmente y con mascarón de proa civil- que ha sido descubierto en su juego del escondite.