Te pido
El pasado 8 de septiembre nuestra Virgen del Valle estuvo de cumpleaños, y miles de feligreses en Puerto La Cruz, en Lechería, en Guanta, en El Tigre, y ni hablar de la isla de Margarita, salieron a celebrar ese día al ritmo de galerones. Fue un encuentro de fe, de esperanza y de amor cristiano.
Como devoto de la Virgen, fui a su encuentro y recé a sus pies. Como creyente oré desde mi corazón y le pedí por Venezuela.
Sí, le pedí a la Sagrada Madre de Dios por la libertad plena de Venezuela, por una nueva etapa donde todos los venezolanos tengamos todos los derechos y podamos vivir con dignidad.
Le pedí por la libertad de todos los presos políticos; le pedí por el regreso de los exiliados a una nueva Venezuela de todos los venezolanos que están en la diáspora, y que quieren regresar a reencontrarse con sus seres queridos, lo puedan hacer.
Le pedí a la Virgen del Valle porque la economía venezolana sea depurada y rescatada, donde el hambre de miles – tal vez millones – ya no sea una constante en los hogares del país; le pedí tanto y lo hice desde el alma.
Le pedí por un cambio en la dirección del país; por un nuevo sistema de gobierno donde todos tengamos la oportunidad de vivir bien, donde el sectarismo, las rencillas, los odios viscerales estén enterrados para y por siempre.
Le pedí que interceda ante su hijo, Nuestro Señor Jesucristo, y le pedí a Ella que pida por el perdón de los pecados de nuestra gente; le pedí desde el corazón por cada niño venezolano, por cada padre y madre. Le pedí por toda nuestra sociedad.
Junté mis manos y oré ante su sagrada imagen; le pedí que rogará ante Dios por Venezuela, por el fin total de la pandemia, por el bienestar de un pueblo que ha sido penitente por más de 20 años. Un pueblo que demostró que cree en Dios y confía en Él.
Le pedí a la Virgen del Valle para que guíe los corazones y las mentes de todos los venezolanos; que le dé valentía a la sociedad nacional y firmeza a su dirigencia política. Le pedí para que cuidará desde el cielo a este pueblo que merece vivir mejor.
Sí; le pedí desde lo más recóndito de mi ser. Lo hice con fe, con fervor, lo hice de verdad verdad. Y tal fue la sensación que estoy seguro que la Santa Madre del cielo escuchó nuestro lamento nacional y sé que más pronto de lo que imaginamos Venezuela estará mejor y volverá a ser aquel bello país que siempre fue.
Le pedí como un niño, como un hijo entregado. Le pedí y siempre lo haré porque la amadísima Virgen siempre nos oye, siempre atiende nuestro llamado; siempre nos acompaña y nos bendice.
Y, además, te pido a ti – sí, a ti que me lees – que te incorpores a la lucha por el cambio, pues no basta con rezar, nosotros tenemos que también dar todo lo que esté a nuestro alcance para lograr un mañana mejor.
Así como lo dijo San Agustín: «reza como si todo dependiera de Dios, trabaja como si todo dependiera de ti»… Debemos actuar así, con fe y una firme determinación.