RR, oportunidad para todos
La agenda de negociaciones en México contempla “Garantías electorales para todos y un cronograma electoral para elecciones observables”. Punto éste que abre la oportunidad para dar legítima cabida a un derecho consagrado en el Artículo 72 de la Constitución Nacional: el Referendo Revocatorio del Presidente de la República, una vez transcurrida la mitad del período para el cual fue elegido este funcionario y convocado por al menos el veinte por ciento de los ciudadanos inscritos en el registro electoral.
Este sustento constitucional otorga al Referendo mayor peso jurídico y viabilidad política que un posible adelanto de elecciones generales. El drama humanitario que afecta a la inmensa mayoría del país, agudizado durante el presente periodo presidencial y la violación de derechos humanos durante el mismo, certificada por organismos de Naciones Unidas, son argumentos de trascendencia nacional, como los que instaron al legislador en 1999 a incluir el Referendo Revocatorio en la Constitución Nacional.
Frente al desastre económico, social y moral reinante y las iniquidades del Estado totalitario, el Referendo ofrece una oportunidad de liberación para el país entero. No solo para la inmensa oposición democrática, sino también para la propia militancia chavista, que increpa los abusos de la actual cuadrilla gobernante y que aspira sobrevivir como fuerza política. Asimismo, será una ocasión para que nuestra Fuerza Armada, a la que una facción ha arrastrado al desprestigio, recupere su histórico valor institucional. El RR es oportunidad para todos.
La experiencia fallida del Referendo de 2016, cuando su convocatoria lograda bravamente, venciendo todos los obstáculos, fuera saboteada mediante ardid confabulado entre jueces de provincia y directivos del CNE oficialistas, antes que referencia desalentadora, ha de ser motivo de desafío para no repetir los errores de la inadvertida dirección opositora de aquel entonces. Esta vez, tampoco sería empresa fácil, pero el derecho y la oportunidad son nuestros. ¿Renunciaremos a ejercerlos?