Maduro, el pendenciero
Hoy más que nunca afirmo que tenía mucha razón mi abuela Emelina cuando decía: “niño que nace barrigón ni que lo fajen chiquito”. Y así es. Maduro promete enterrar el hacha de la guerra, jura y rejura que no seguirá mintiendo y se arrodilla ante el Santo Niño de Atocha para prometer evitar sus arrebatos en los que maldice y lanza improperios de todo tipo contra cualquier sombra que le pase por el lado. ¡Pero que va! Ese personaje está como las farmacias bolivarianas: «no tienen remedio». Así nació y así morirá. Pendenciero.
Es un camorrista en todas las de la ley. Por eso siempre está buscando pleitos, es un peleón por naturaleza, pero no en buena lid, sino atacando por mampuesto. Es promotor por excelencia de altercados. Dentro de su partido es identificado como el pendenciero, ya que no pierde la más mínima oportunidad para liarse en discusiones innecesarias que terminan siempre en actos de violencia. Ya son muchos los chismes de sus agarrones con Elías Jaua, con su ex canciller Arreaza, con Rafael Ramírez y con Diosdado que aguanta callado esperando como la serpiente el momento oportuno para morder donde más le duela a Maduro.
Fijémonos que cada vez que se monta un sarao dialoguista, bien sea en Dominicana, en Boston, en Oslo, en Barbados o en México, el personaje en cuestión no deja de buscar pleitos con todo el mundo. No se salva nadie de esas ráfagas camorristas. Acaba de meterle un tremendo insulto a los obispos de Mérida y todo porque un prelado de la iglesia se le paró de frente a un jefe militar que no permitía, con su batallón de Guardias Nacionales, que la comida o enseres dispuestos para auxiliar a los damnificados de esa región, llegaran a donde tenían que llegar y punto.
Pues bien, Maduro montó en cólera y haciendo un uso indebido de los medios de comunicación se dejó ver en las pantallas de televisión con un chorro de babas con olor a azufre, porque esas frases eran del propio abecedario diabólico, descalificando de la peor manera a los sacerdotes a los que califico de ser unos “bicharracos con sotanas”.
Apenas está comenzando el diálogo en México y no pierde oportunidad para asegurar que “Juan Guaidó terminará en la cárcel, que no habrá impunidad”, o sea, el mismísimo Maduro, a sabiendas de que está siendo procesado en la Corte Penal Internacional, está jugando con la soga que seguramente le colocaran en su cuello -en sentido figurado- una vez que sea sentenciado en ese tribunal internacional por los delitos cometidos en Venezuela. si amigo lector, es el mismo Maduro, por cuya cabeza EE.UU. está pagando 15 millones de dólares.
Al gobernador Antonio Barreto le van a someter a un juicio. Por eso ordena, por intermedio de su fiscal de facto, montar el papeleo para tales fines, al mismo tiempo que “se le lamenta de haber prometido eliminar la figura de los protectores”. Ese cuento nunca ha tenido credibilidad, los protectores junto con las Comunas, es mas que suficiente para seguir pateando lo que queda del proceso de descentralización que arranco con buen pie en Venezuela en 1989.
Por todo lo dicho, que es una derivación de todos hechos ciertos que no podrán negar los usurpadores, es que cada día se hace mas necesaria una unidad autentica, con una dirección política leal a la causa que nos aglutina a los venezolanos: la libertad de Venezuela, más nada.
@CYsmayel