El Pitazo: Familia que busca animales en los caños para comer refleja crisis del Zulia
Un reporte especial de El Pitazo recogió tres testimonios estremecedores que reflejan la crisis alimentaria que vive el Zulia: un profesor universitario con desnutrición, una familia que busca animales en los caños para comer y una empleada pública que come de la basura.
89,75 % de la población de Maracaibo está en inseguridad alimentaria, según Codhez. Las investigaciones de la comisión revelan que la dieta de los zulianos se basa, principalmente, en cereales como la harina de maíz y el arroz, plátanos y tubérculos. Al menos 8 de cada 10 hogares los consumen entre 6 y 7 días a la semana (marzo 2021).
Deysi y su familia no comen carne, lo más cercano a ello es el cuerito, que es la grasa que le quitan a los cortes en las carnicerías y el kilo lo venden en 1 dólar, a falta de carne, preparan iguanas, cangrejo moro y galápagos que consiguen en un caño.
—Tráeme el sala’o de mañana para que lo vean, le ordena a un nieto de 10 años.
El niño aparece con el animal en sus manos, que pareciera presentir que sería la comida del día siguiente porque se mantenía escondido dentro de su caparazón, que no le serviría como protección unas horas más tardes. “Está gordota y buena”, dice Deisy mientras soba a una tortuga.
—¿Cómo lo preparan?
—La cortamos con un hacha por aquí (por un costado de la parte inferior del caparazón), la lavamos bien y la cocinamos en una olla. Luego la pelamos y la desmechamos. Queda tremendo guiso. Y eso nos lo comemos con arepa y arroz, depende de lo que consigamos mañana en la ruta.
La situación de Deysi es similar a la de su vecino Leonardo Valbuena, que hace un mes, él y cuatro nietos se intoxicaron por comer una sopa que cocinó con restos de un pollo crudo que consiguió en un basurero. “Hice un caldo con la mitad de los huesos y nos lo comimos. Sabía bueno. Después, todos empezamos a vomitar, a los niños lo llevaron al Hospital Coromoto y a mí al CDI”, comentó al medio web.
Mientras que en el barrio Altos de Milagro Norte, al noreste de Maracaibo, los vecinos piden comida en la calle o la buscan en la basura; suplican por dinero para comprar alimentos; envian a algún integrante de la familia a comer a otra casa o van a algún comedor comunitario.
Deysi no trabaja y cada mañana sale con dos nietas de 6 y 8 años a «hacer la ruta»: visitan restaurantes que están en la avenida Santa Rita, Bella Vista y 5 de Julio, de esto, depende que tengan algo, mucho o poco que comer para callar el estómago, aliviar el dolor y la ansiedad.
“Siempre un rico bota algo bueno”, suelta la frase mientras cocina la primera comida del día a las 12.00 del mediodía: un kilo de arroz que mojan con suero y seis rebanadas que logró obtener de medio tomate. A excepción del suero, todo lo consiguió en la mañana. “El tomate es el pollo”, dijo entre risas.