Diálogo y el cuento del gallo pelón
“Nada es mejor que la exactitud de las promesas del gobierno. La mejor política es la honradez” / Simón Bolívar
¿Recuerda usted ese instrumento de tortura utilizado por nuestros padres y abuelos para desafiar la paciencia de los incansables niños que querían seguir escuchando cuentos y más cuentos antes de dormir? Pues bien, ese ese el caso del tan mentado diálogo entre el régimen y representantes de la oposición.
¿Quién no recuerda el cuento del gallo pelón?
La realidad es que no existe el cuento del gallo pelón; es solo un mecanismo de distracción para no seguir contando cuentos. Es el cuento con el que el régimen mantiene una estrategia con el propósito de salirse con las suyas, como hasta ahora lo ha logrado, para atornillarse en el poder y burlándose del pueblo venezolano.
La diferencia es que esta revolución socialista del siglo XXI es peor que el cuento del gallo pelón, porque mientras se mantiene el cuento, los acólitos y nuevos ricos, los “bolichicos”, siguen festinando las reservas del Estado, con bonos demagógicos y obras públicas otorgadas a dedo a sus conmilitones.
De los siete puntos que contiene el Memorándum de Entendimiento firmado entre el régimen y los representantes de la oposición, en el primer encuentro realizado en la capital azteca, el tema central es el relacionado con el cronograma para las elecciones libres, competitivas y supervisadas. De no obtenerse un acuerdo en torno a este tema será imposible que la oposición logre su principal objetivo, como es el de sustituir el régimen de Nicolás Maduro por la vía del voto y en un plazo perentorio.
Por otra parte, la oposición deberá exigir en la próxima reunión que también se realizará en México que el régimen no torpedee el referéndum revocatorio. De acuerdo a la propia Constitución Nacional debería convocarse para el próximo año siendo ésta la mejor ruta para llevar a efecto las elecciones presidenciales. No se debe olvidar que la figura del revocatorio es constitucional y así lo establece el artículo 72 de la Constitución, el cual refiere que si el presidente en ejercicio pierde la consulta, “se considerará revocado su mandato y se procederá de inmediato a cubrir la falta absoluta”, y por lo tanto –según el Art. 233- convocar una nueva elección, para sustituir al mandatario saliente en un plazo no mayor a treinta días.
La oposición enfrenta un reto de gran magnitud por cuanto deberá superar de acuerdo a la Constitución, los obstáculos que impiden sustituir un gobernante de facto como es el caso de Maduro, pues su mandato (¿) desde enero del año 2019, es considerado ilegítimo. Visto como hasta la presente fecha, la intransigente posición de Maduro particularmente de este tema, es probable que tampoco admita realizar unas elecciones presidenciales transparentes en el año 2024, fecha prevista para los próximos comicios presidenciales.
El diálogo entendido como tal es una de las estrategias más eficaces y, a la vez, más difíciles de lograr cuando una de las partes, como es el caso de Maduro, pone condiciones que desde un principio son virtualmente inadmisibles, como la solicitud del levantamiento de las medidas económicas impuestas por el gobierno de los Estados Unidos en el 2015 con el presidente Barack Obama. Luego en el 2016 el mismo jefe de estado de EEUU no accede al pedido de Maduro y las extiende un año más. Y en el 2017 Donald Trump desde Washington promulga sanciones financieras contra el entonces vicepresidente venezolano Tarek El Aissami, acusándolo de estar implicado en el tráfico de cocaína, luego también aplica una escalada de sanciones contra 13 funcionarios del régimen venezolano.
Un diálogo debe introducirse con una sana intencionalidad y no con tácticas dilatorias
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