Cree que más allá de occidente hay bárbaros es una simplificación
Más allá de las murallas están los bárbaros, tribus con costumbres alejadas de lo civilizado, en algunos casos incluso muy cercanas al estado salvaje. En “Esperando a los bárbaros” (1980) el escritor sudafricano J. M. Coetzee narra la historia de un magistrado que vive en el límite del imperio, y en ese pequeño pueblo un conjunto de hechos lleva a interrogarse sobre quiénes son los bárbaros realmente. Desde el punto de vista cinematográfico, ese argumento es similar al presentado en la película “Danza con lobos” (1990), o incluso en un tono más de ciencia ficción “Avatar” (2009). Estos ejemplos extraídos de la literatura y del cine, entre muchos otros, tienen presentan algo común, el bárbaro es aquel que es distinto.
Claro que no basta ser distinto. Hay un elemento aún más importante que está presente cuando se piensa en el otro como un bárbaro, el desconocimiento. Así, aquello que se asume como distinto parte del hecho básico de falta de conocimiento del otro, de cómo piensa y siente, de su perspectiva de las cosas. Y esta falta de conocer al otro ocurre porque, como señala el psicólogo Daniel Kahneman, al tener información incompleta de alguien o algo los humanos tienden a completar la imagen a partir de sus propias creencias y perspectivas. La manera como se aborda lo desconocido es a través de un proceso en el que se llenan los vacíos con creencias propias, lo que sin duda introduce sesgos.
En un artículo publicado recientemente, el escritor Francisco Suniaga hace una reflexión sobre el rechazo a la ilustración, y los valores occidentales que se derivan de ella, por parte de las “culturas no occidentales”, las cuales “toman de ella (la ilustración) lo que prefieren y desechan lo que no desean». Y usa como ejemplo mujeres que “andan embojotadas con un trapero, pero con un celular de última generación en la mano”. Luego destaca como la revolución de los ayatolas iraníes y la aparición de los talibanes y su regreso al poder son muestras de “un profundo y sólido rechazo a elementos centrales de la cultura de Occidente, de su modernidad”.
Como habrá notado el lector, los ejemplos dados por Suniaga apuntan el dedo hacia las “culturas no occidentales” hasta ahora agrupadas en torno al islam. Sin embargo, luego el dedo señala a culturas precolombinas, indica que los triunfos de López Obrador y Pedro Castillo se explican porque en esos países hay “grandes masas de población indígena”, las cuales actúan como el público natural del “discurso antioccidental” de López Obrador y Castillo. Es pues, según esta perspectiva, un choque de culturas, no un tema de desigualdad, de pobreza, de falta de oportunidades, sino fundamentalmente cultural, y por lo tanto de alguna manera incompatible con cualquier posibilidad de adopción de los “valores occidentales”.
Estas simplificaciones son peligrosas porque trazan una línea de hasta dónde llega occidente, y obviamente sus valores. Más allá están los bárbaros, luego de esa línea trazada arbitrariamente a partir de una visión sesgada de la realidad están los otros, los distintos, lo desconocido. Las “culturas no occidentales” son esas con las que no se pueden compartir valores, y de hacerlo tienen que aceptar las reglas de occidente. Esa visión simplificada es la que levanta barreras a partir de la generalización, cuando las realidades son más complejas y ricas. El reto es conocer al otro, aventurarse a tratar de entender lo distinto, a estar dispuesto a cambiar certezas por curiosidad.
Una de esas certezas que vale la pena sustituir por curiosidad es la percepción que las “culturas no occidentales” no pueden compartir los valores de la modernidad, y un buen punto de partida quizás sea en no fijarse en los extremistas (que también los hay en occidente) y prestar mayor atención a otras expresiones, como por ejemplo a través de la literatura, el cine, la música y el arte en general. Independientemente de donde y cuando haya nacido, la modernidad es una realidad hoy en el mundo, no se trata de algo exclusivo de occidente, muchas otras culturas reconocen los beneficios que esta trae, pero sin que eso implique su anulación como cultura.
Twitter: @lombardidiego