Cambio climático, precios del carbón y seguridad ambiental en Venezuela
El creciente número y mayor efecto de tormentas y huracanes como Katrina en 2005, Harvey en 2017 e Ida en 2021 que han afectado el Caribe y Norte América generan la duda de si es que el calentamiento global ha aumentado su frecuencia y su efecto devastador.
Los cambios climáticos que han llevado a un incremento de temperatura y sequedad de la tierra han exacerbado la ola de incendios que se han registrado en los últimos años. De igual manera, el aumento de temperatura genera mayor evaporación lo que incrementa la frecuencia e intensidad de lluvias y la caída de nieve. Aunque los estudios científicos no pueden confirmar que la frecuencia de huracanes esté relacionada con el cambio climático, la mayor temperatura de los océanos y del nivel de agua aumentan su impacto e intensidad. Por esto, la reducción de emisiones de carbón es una forma de controlar el riesgo de incendios y la fuerza de las tormentas y huracanes. De allí la importancia del Acuerdo de París de reducir el calentamiento global por debajo de 2 y preferiblemente 1.5 grados Celsius, para lo cual es necesario controlar las emisiones de gases de efecto invernadero y así poder alcanzar un mundo climáticamente neutro en la mitad de este siglo.
El Acuerdo de París ha motivado el desarrollo de nuevas soluciones tecnológicas con bajo o cero usos de carbón como son los carros eléctricos o soluciones de mercado estableciendo un precio al carbón como es la negociación de sus derechos de emisión o impuestos. Ambos esquemas contribuyen a disminuir las emisiones de carbón y permiten que los gobiernos reciban ingresos que pueden ser usados en programas ambientales. Sin embargo, el impuesto al carbón es criticado porque no ofrece un alto nivel de certeza en el control de las emisiones, pero este problema es superado si los impuestos se aumentan cuando la reducción de las emisiones es muy baja. De igual manera, el mercado de derechos de emisión ha sido criticado por establecer límites de emisión muy débiles, por la generosa distribución de derechos a entidades reguladas y por su alta volatilidad. En ambos casos, cambios en sus diseños permitirían superar los obstáculos mencionados. Como dijo Jean Tirole, premio Nobel de Economía del 2014, estos son problemas secundarios cuando se considera su beneficio para enfrentar el riesgo creciente del calentamiento global.
Un signo importante del éxito de los mercados de derechos de emisión es que las principales compañías financieras que negocian productos de energía han aumentado su inversión en estos mercados, los cuales pueden superar el mercado del petróleo en el 2030. En EE. UU., el bloque democrático del congreso está preparando un paquete de subsidio del uso de energía renovable y penalización de la no-renovable, aunque probablemente va a contar con la oposición radical de los republicanos.
En Latinoamérica, solamente Argentina, Chile, Colombia y México han implementado algún tipo de precios de carbón. Por el contrario, en el caso de Venezuela, a pesar que Pdvsa fue reconocida por sus programas de seguridad ambiental, desde los noventa ha sufrido un gran deterioro de sus normas ambientales y capacidad técnica. Esto explica el derrame de más de 26,000 barriles de petróleo en el Caribe en el 2020, lo cual junto con la quema irresponsable de gas y el uso de una infraestructura física totalmente deteriorada, ha acelerado las emisiones de carbón.
Considerando la creciente importancia de las energías renovables y la paulatina disminución del rol del petróleo en la producción energética es de gran importancia que un gobierno de transición en Venezuela – con el apoyo del Grupo de Lima, la Unión Europea y el gobierno de Biden – revierta los daños ambientales creados por las dictaduras de Chávez y Maduro al establecer una política de seguridad ambiental que incluya nuevos mecanismos de precios para las emisiones de carbón ya sea a través de impuestos, subsidios a las energías renovables o por medio de los programas de derechos de emisión de carbón.