México, ¿victoria o derrota?

Opinión | agosto 11, 2021 | 6:18 am.

Venezuela sigue viviendo uno de los procesos políticos-sociales más difíciles de su historia. Venezuela siempre fue un país considerado la tacita de plata de Latinoamérica y estuvo en los primeros lugares de cualquier lista o medición que se realizara sobre algún rublo de índole social y económico. Venezuela poseía una democracia sólida, aunque no perfecta, apegada al manejo y respeto de las leyes, por lo que sirvió, en reiteradas oportunidades, como mediador en países de altos niveles de conflicto político que ponían en riesgo la democracia en la región. Todo esto se mantuvo hasta el comienzo del siglo XXI cuando aparece un régimen que cambiaría la vida de los venezolanos.

Un régimen que articuló Hugo Chávez y fue afianzado por Nicolás Maduro quien continuó su legado a su imagen y semejanza. En su hacer político siempre ha buscado conflictos con todo aquél que lo adversa, generando tensión y violencia, tanto estructural como cultural. El régimen ha creado, constantemente, escenarios de violencia directa, alejándose cada día más del escenario democrático. La violencia no es solo física, sino también verbal, emocional y hasta institucional contra todo aquél que ose ir en contra del mal llamado gobierno del siglo XXI.

Este escenario de violencia nos ha llevado, por parte de ambos sectores políticos, al aumento de la exclusión y la descalificación; la falta de voluntad de diálogo real, en parte por la poca credibilidad que existe; así como el creciente y casi inexistente deterioro de los canales institucionales y legales para la solución de controversias en Venezuela; son apenas los síntomas de un sistema político en crisis que necesita con urgencia un mecanismo que ayude a la resolución de este conflicto.

Ante la aparente ausencia de salidas institucionales y democráticas es necesario que la élite política venezolana, acompañada de todos aquellos sectores que estén involucrados en este conflicto y que tengan una real representatividad, analice qué perspectiva o herramientas nos pueden ofrecer como métodos alternativos de resolución y regulación de conflictos políticos.

En este caso, el de la mediación que se está convocando, nuevamente, en los próximos días en México. Allí, deben afirmarse cinco aspectos: a) la solución del conflicto; b) el reconocimiento de las parte; c) la legitimación de los voceros y los representantes de la Mesa, y de otros sectores que deben participar (sector Empresarial, Comercial, Agrícola Eclesiásticos y laboral); d) la determinación de Zonas de Acuerdo Posible en base a intereses comunes, (electoral y social); y, por último, e) la garantía del cumplimiento de los acuerdos.

Los venezolanos deseamos salir del conflicto en el que nos ha mantenido este régimen por más de 20 años; deseamos vivir en un país en el que todos los sectores políticos y sociales sean respetados, en el que impere la democracia; y deseamos ser dueños de nuestro propio destino para promocionar espacios alternativos que permitan fortalecer los mecanismos para la solución de los conflictos para llegar a una democracia real. Hemos deseado la democracia para alcanzar la paz a través de insistir, resistir y persistir durante todo el tiempo que este régimen ha estado en el poder. ¡Ojala y México nos traiga esa oportunidad!

@freddyamarcano