Especial ND | Maestros anteponen sus emprendimientos sobre la vocación y empañan la vuelta a clases presenciales
Nicolás Maduro anunció hace tres días que las clases presenciales regresarán en el mes de octubre y «a lo grande». Además, aseguró que para cuando llegue ese momento, al menos un 70% de la población debería estar vacunada, pese a la lentitud de las jornadas de inmunización.
Pero ni los maestros, ni las escuelas, ni los niños; están en condiciones para el regreso a las aulas de manera presencial. Los centros educativos no han sido adecuados con las medidas de bioseguridad y muchos de éstos ni siquiera cuentan con agua potable para al menos cumplir con una de las normas (que es el lavado de manos).
En el caso de los maestros, el tema es un tanto peor: No tienen un salario digno que les permita cubrir sus necesidades.
ND conversó en exclusiva con la secretaria del Sindicato Venezolano de Maestros (Sinvema), Gricelda Sánchez, quien aseguró que actualmente un docente podría devengar semanalmente entre 50 y 60 dólares realizando actividades paralelas a su profesión, como ventas de tortas, panes, golfeados, entre otros. «Siete de cada diez maestros consultados, se reinventaron durante la pandemia. Con este salario no podemos vivir», dijo.
«En una semana mala, el ingreso oscila entre 10 y 20 dólares», asomó.
Sánchez no ve factible el retorno a clases para el décimo mes del año por tres razones: el económico, los profesores no han sido vacunados en su totalidad y que ellos (los docentes) no dejarán de realizar sus actividades paralelas que les ayudan a llevar el sustento a sus hogares.
«Por mucha vocación que se tenga, de ejecutarse esta acción, habrá renuncias masivas como ya han venido ocurriendo: unos 200 mil trabajadores se han ido. No vemos materializado un regreso a clases para el mes de octubre», dijo.
La representante de Sinvema afirma que esta idea del retorno a clases es un «plan orquestado desde Miraflores para que los docentes se vean obligados a abandonar su labor y a su vez ellos incorporen a la gente de Chamba Juvenil o personas del Partido Socialista Unido de Venezuela, violentando el artículo 104 de la Constitución y todos los artículos de la Ley Orgánica de la Educación. Vemos que se cierra la puerta de la educación del país», puntualizó.
Hablan los docentes
Yanireé Sánchez Gallardo, psicopedagoga con 23 años de carrera, se ha dedicado a dictar tareas dirigidas en su hogar desde que inició la pandemia. Le contó a ND que al transcurrir los días y en medio de la crisis sanitaria, el día a día en Venezuela se volvió algo de sobrevivencia y por eso tomó la decisión de abrir las puertas de su casa a cinco niños para guiarlos en sus asignaciones. ¿El costo? Un dólar ($1 – 4.100.000 bolívares) la hora.
Solo a uno de ellos lo atendía durante dos horas, para un total de 10 dólares semanales. En general, percibía unos 15 dólares por semana, y en contraste, su sueldo como docente no supera los cinco dólares quincenales.
Sánchez Gallardo comenta que para que una persona pueda hacer una actividad paralela, tiene que contar con un capital para poder invertir, y recrimina: “¿Cómo se puede invertir para comprar chupetas, por ejemplo?”.
Ella es una de tantas docentes que confiesa no estar lista para volver a las aulas, pues el colegio donde labora está en Los Teques y ella vive en Caricuao, lo que significa que debe contar con efectivo para poder pagar el pasaje en transporte público.
“El tema salarial es patético porque hay docentes que han tenido la oportunidad de tener un capital en cositas que pueden vender y les ha ido súper mejor que estar dando clases. No volverán a las aulas con ese sueldo por cinco dólares o tres dólares. Vamos es decayendo cada día más”, alertó.
Por su parte, Marcos Montoya, exdocente del movimiento educativo Fe y Alegría, a los dos meses de haber iniciado la pandemia comenzó un emprendimiento con arreglos de globos y golosinas para cualquier tipo de celebraciones y actualmente está llevando a cabo un taller de elaboración de tortas.
Aparte, también ejerce su profesión de educador a dos grupos de niños (cinco en la mañana y cinco en la tarde), a quienes les dicta lectoescritura, matemáticas, caligrafías y comprensión lectora durante dos horas de lunes a viernes en su casa.
Montoya detalla que con las clases genera unos 20 dólares semanales, mientras que con los arreglos gana entre 10 y 75 dólares, dependiendo de lo que soliciten los clientes.
Particularmente él no regresará a la escuela y en general ve «difícil» el retorno a clases, pues presiente que las escuelas estarán «vacías, sin maestros, con pocos niños asistiendo por el temor de los padres. Además, los directores desesperados por la falta de personal y los centros educativos buscando estrategias para que los docentes puedan asistir», dijo.
«Conozco muchísimos docentes con los cuales siempre converso, muchos me han dicho que apenas los llamen para que asistan a las escuelas diariamente renunciarán a sus cargos», dijo a ND.
Montoya comenta que siente tristeza que los profesores tomen la decisión de renunciar a los colegios, pero el sueldo no da para cubrir las necesidades básicas. «Ni siquiera para los pasajes».
Situación similar vive la maestra Vanessa Escalona, quien tuvo que dejar la docencia para dedicarse a la economía informal: vende comida preparada por encargo y víveres secos. Con ellos, devenga semanalmente unos 30 dólares.
A su juicio, el salario actual de los docentes es «ridículo» por la situación actual que atraviesa el país y le suma el costo del transporte público que puede variar a diario: «quizás al salir al trabajo pagas un monto y para volver son hasta 500 mil bolívares más», dice.
Escalona asegura que existe un descontento general y que muchos de sus colegas están «negados» al regreso a clases bajo las actuales condiciones salariales, que no les alcanza para cubrir las principales necesidades.
«Se gana mucho más trabajando a distancia que presencial ya que hay posibilidad de impartir tareas dirigidas o refuerzos pedagógicos particulares por ejemplo», finalizó.
Foto referencial: Crónica Uno.