Enciclopedia de la Libertad: Fichte
Continuando con el análisis del ciclo de conferencia de Isaiah Berlín [BBC Londres/Radio 1952] corresponde el turno a Johann Gottlieb Fichte. Uno de mis pensadores favoritos por diáfano y directo. A diferencia de otros intelectuales del antiguo régimen, Fichte coloca al hombre en el centro del universo – no debajo de él. El individuo es libre porque se entiende que es «su propio creador». A partir de allí obedece si encuentra valor e identidad para corresponder. Veamos.
Lo creo porque así lo quiero…
Más que ningún otro pensador alemán, Johann Gottlieb Fichte, apunta Berlín, «es el responsable de haber lanzado una idea de la libertad que va en contraste y desacuerdo con el concepto de libertad normalmente sostenido por los pensadores occidentales—principalmente ingleses, franceses y norteamericanos—a finales del siglo XVIII y durante el XIX»
En una conferencia pronunciada [Fichte] en 1819 en que compara la noción moderna de libertad con la antigua, pregunta lo que sus contemporáneos quieren decir con “libertad”. Ésta es su definición: «Es el derecho del individuo a someterse sólo a la ley, su derecho a no ser arrestado ni detenido ni muerto ni maltratado en forma alguna a resultas de la voluntad arbitraria de una o varias personas. Es el derecho de cada hombre de expresar su opinión, de elegir su oficio y de ejercerlo, de disponer de su propiedad, aún de darle mal uso si así lo desea; de ir y venir sin requerir autorización para hacerlo, y sin tener que explicar sus razones o motivos. Es el derecho de cada uno a asociarse con otros, sea para hablar de sus propios intereses o para profesar su religión, si así lo desea, con sus asociados, o simplemente para pasar sus días y sus horas de cualquier manera, de acuerdo con su inclinación o su fantasía. Por último, es el derecho de cada uno, a influir sobre la conducta del gobierno, ya sea nombrando a algunos o a todos los servidores públicos, o por medio de representaciones, peticiones, demandas, que las autoridades estarán más o menos obligadas a tomar en consideración»
Nace entonces el concepto moderno de Libertad. No es el poder del Estado sobre el individuo sino el poder, el derecho del individuo sobre el Estado. Surge la política como acto de redención entre el Estado y el ciudadano que es: I.-Representación, II.- cuadros competentes para gobernar y III.- reconocimiento de los ciudadanos como sujetos políticos [Daniel Innerarity]
Kant habló extensamente sobre la importancia de subrayar el elemento de la racionalidad. Lo único que para él es definitivamente erróneo, como lo fue para Rousseau (aunque Kant se muestra mucho más explícito y violento sobre el tema), es privar a un ser humano de la posibilidad de elegir. La libertad, apunta Fichte, es obediencia a órdenes autoimpuestas. Éste es el concepto de libertad moral, de Rousseau y Kant. Por ello queda prohibido desnaturalizar a seres humanos, “meterse” con ellos, darles forma, alterarlos, hacerles cosas en nombre de principios, así como Helvétius deseaba hacerles cosas en nombre de la felicidad. En pocas palabras, el hombre elige y moldea la ideología. No la ideología elige al hombre, menos reclutarle.
Fichte sostuvo que el individuo debía ser absolutamente libre. “Soy, por entero, mi propia creación”, dice, y “no acepto la ley de lo que la naturaleza me ofrece porque deba creerlo, lo creo porque así lo quiero….
La vida es un arte…
Mi deber, que es ordenar, es aquello que forma parte de mi misión. Fichte declara, a criterio de Berlín, que esta ley no procede del ámbito de los hechos, sino de nuestro propio yo, de la forma pura y original del yo, la cual es la creación, la formación, la determinación de cosas en el mundo exterior de acuerdo con mis ideas y mis metas, pues sólo entonces es cuando yo soy mi amo, cuando deben servirme a mí. «De allí brota el concepto romántico de que lo más importante en el mundo es la integridad, la dedicación»
Volvemos a la pregunta originaria: ¿Por qué obedezco? ¿Para ser feliz? ¿Para evitar el dolor? ¿Por voluntad responsable? Fichte va más allá y dice: “Lo que necesitamos es un líder, lo que necesitamos es un hombre para moldearnos”. “¡Aquí!”, de pronto grita, Zwingherr zur Deutschheit “[el hombre que nos empujará a la germanidad].
En pocas palabras, pasamos de la libertad absoluta al ser obediente por el funcionamiento interno de nuestra propia conciencia, a entender que la vida es arte, la vida es un moldeo, que la vida es la creación de algo —la creación de sí misma— por un llamado proceso “orgánico”. Fichte concibe seres superiores y seres inferiores. Pero la vida y el espíritu siguen siendo propios. El líder sólo los amolda.
Sentencia Berlín: “Tenemos aquí, por fin, la célebre y fatal analogía entre el individuo y la nación, la metáfora orgánica que abandona el campo de las imágenes teológicas y que es secularizada por Burke y por Rousseau, y que es muy poderosa en Fichte. Éste contrasta el compositum, el cual representa una simple combinación artificial, y el totum, que es el total de una nación, que es algo orgánico, sencillo, entero, y en el cual domina el principio superior, ese principio superior que puede adoptar la forma de una gran nación, o de historia.
Por supuesto, ni el compositor, ni el artista, ni el gran escultor del totum que es una nación, moldean sobre la base de la maldad y la imposición. Es sobre la base de la inspiración, misma que produce buenas melodías, conquista con buena musa y produce la divinidad de la obediencia orgánica, oficiosa y consciente…
@ovierablanco
Embajador de Venezuela en Canadá