Abrir los centros de salud municipales en alianza con el sector privado
El histórico líder chino Deng Xiaoping expresó, en una oportunidad en clara alusión a la necesidad de abandonar dogmas, que “no importa el color del gato si caza ratones”. Pues bien, es necesario asumir, al igual que aquel líder chino, que los discursos, los dogmas, la palabrería heroica, no resuelven problemas, eso solo es el color del gato.
En el municipio Libertador del estado Carabobo, al día de hoy si alguien tiene un problema de salud (sea por infección con coronavirus o cualquiera otra) y se traslada a alguno de los centros ambulatorios, CDI o al Cesade (dependencia de salud municipal) en horas de la tarde – noche, puede que lo encuentre cerrado y, si por suerte está abierto, quizá no sea atendido.
Aunque el oficialismo siga repitiendo que tenemos la mejor salud del mundo, revolucionaria, humanista y socialista, lo cierto es que los “Barrio Adentro” en Libertador están cerrados. Hoy nuestros conciudadanos solo pueden optar entre la clínica privada, los guarapos de yerbas o encomendarse a José Gregorio Hernández. Podrá establecer la Constitución vigente, en letras mayúsculas, que los venezolanos tienen derecho a la salud pero la realidad, lo que todo el mundo ve y siente, dice lo contrario. Tapar el sol con un dedo, engañarnos a nosotros mismos, no resuelve nada.
La alcaldía, como presumimos, se encuentra en una quiebra presupuestaria. No lo dice el Alcalde Juan Perozo porque tiene la orden madurista de guardar vergonzoso silencio ante las penurias que pasan los vecinos. La quiebra financiera no permite invertir en la prestación de los servicios de salud y por tanto estos no funcionan. Pues bien, sentarse a esperar a que caigan dólares del cielo para que la alcaldía pueda trabajar no es una alternativa.
Hay algunas iniciativas que han emprendido los municipios Chacao, Baruta y El Hatillo en el estado Miranda que vale la pena observar. Sus problemas financieros también son obvios, pero como tienen alcaldes preocupados por sus vecinos y porque el gato pueda cazar ratones, decidieron hacer mano de los llamados convenios de Alianza Público – Privada para reactivar servicios de salud primaria en sus respectivas entidades.
El modelo básicamente es el siguiente: los municipios tienen instalaciones sanitarias a disposición y algunas empresas privadas poseen el personal y equipos para brindar servicios de salud, entre estos actores se establecen convenios transparentes y auditables para reabrir los centros de salud y estos ofertan, por ejemplo, consultas médicas gratuitas y exámenes de laboratorio a costos de mercado, algunas cirugías podrían ser bajo tarifas preferenciales y otras a precios de mercado. La idea es que estos centros vuelvan a funcionar, permitan a la población acceder a servicios de salud y los operadores privados puedan tener márgenes de rentabilidad aceptables. Todo ello bajo una estricta vigilancia por parte de los órganos de control político, como el Concejo Municipal.
Estas iniciativas distan mucho de la perfección. Algunos especialistas han señalado que estos modelos de gestión mixta, por su carácter excepcional y novedoso, requieren una legislación más clara que proteja el patrimonio público de los conflictos de interés, desarrolle estándares adecuados de responsabilidad entre los actores involucrados y, mejor que si, plantee la incorporación de las Facultades de Ciencias de la Salud de las universidades nacionales como un actor que coadyuve al mejor desempeño de estos servicios de atención primaria. Sin embargo, son experiencias que vale la pena replicar y mejorar en el municipio Libertador.
Alguien dirá desde el madurismo que esto es una privatización de la salud, que eso es neoliberalismo imperialista, pero esa misma persona revelaría con ese estallido de patriotismo de anime que prefiere los centros de salud pública cerrados o inoperativos como están hoy.
Hace falta que prioricemos la vida de la gente por encima de la ideología. Los modelos de congestión, de autogestión, de Alianzas Público – Privada son una opción en medio de la precariedad que todos evidenciamos en el entorno. En todo caso, someter al debate las alternativas disponibles es preferible al silencio institucionalizado que guardan los alcaldes maduristas actuales que, por complicidad o por negligencia, prefieren no hacer nada ante la crisis humanitaria compleja que vive la población.
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