Venezuela hiperinflacionada
La cotización del dólar superó la semana pasada los 4 millones de bolívares, y nuestra tragedia económica sigue adelante. Nadie la detiene.
Cada día el signo monetario venezolano no vale nada, la hiperinflación se come todo a su paso, y la necesidad de miles de familias se incrementa con el paso del tiempo.
El gobierno solo habla de una nueva reconversión, como si quitarle ceros al bolívar sirviera de algo en medio de un drama económico de tales dimensiones como lo que vivimos en Venezuela.
La carencia de liquidez y la paralización de la economía son una realidad que nadie puede negar ni con todos los discursos o publicidad del mundo.
Salvo Caracas y algunas zonas del interior como el eje anzoatiguense Lechería- Centro de Puerto La Cruz – Nueva Barcelona, todo lo demás está en una crisis aguda, donde los sueldos no valen nada y el hambre cada vez gana más terreno.
Ya el problema no es la escasez. Observamos los anaqueles llenos de comida, sobre todo en la proliferación – totalmente desmedida – de bodegones y Mini-Market en todo el país. Allí hay comida, el problema es el precio de los productos comparados con los ingresos de muchísimos venezolanos.
La crisis nacional no se solventará con pañitos de agua tibia. Aquí necesitamos una política seria en materia económica. Y, esta es mi opinión personal, que la única forma de lograr un proceso de saneamiento económico es a través de la dolarización formal de la economía.
Debemos generar cambios profundos. Dolarizar la economía, liberar el mercado, generar una política de solidaridad social sin distingo de ninguna índole y promover la inversión privada y mixta. Esta es la única forma de alcanzar las metas y avanzar en el sinceramiento de la economía nacional.
No podemos seguir engañándonos. Debemos hacer algo y hacerlo ya. La crisis del país es plenamente aguda y profunda, el Estado rentista se acabó y dudo que vuelva a ser como era antes.
Hoy es el trabajo la única palanca que nos permitirá desarrollar los ajustes que necesitamos. Solo el trabajo de obreros, profesionales y de la inversión privada logrará hacer que el país reflote y se mantenga en niveles por lo menos aceptables.
De lo contrario iremos a la quiebra total. El hambre será peor y la crisis llegará a otros estándares. No existe otro remedio, el cambio es necesario.
Quienes han administrado el Estado no tienen la capacidad, ni el interés, ni la intención de sacar al país de la difícil situación que vive.
Para ellos, Cuba es el ejemplo y la meta; ellos quieren que los venezolanos se acostumbren a vivir mal como se acostumbraron por décadas los cubanos.
Aquí la solución es un nuevo sistema político, social y sobre todo económico que le dé a Venezuela la esperanza y la certeza que iremos hacia mejor, donde no sigamos cometiendo los mismos errores y no sigamos siempre por los mismos caminos.