María Corina sí tiene quién le escriba
Hace algo más de una semana que María Corina Machado tomó la calle y como una ráfaga pasó por Lecherías, Maturín, Tucupita y Ciudad Bolívar.
Lo hizo obviando informaciones médicas que le advirtieron que no hay estadísticas confiables de que el covid-19 retroceda en el oriente y sur del país y de su equipo de seguridad, preocupado porque el Sebín y el Faes ya no conocen límites en la represión con que intentan contener otro incendio en el “pasto seco” de la rebeldía venezolana.
Cuán difícil, si no imposible, era mantener a la líder de “Vente Venezuela” en la “política virtual” que tanto oxígeno suministra a la siempre asfixiada dictadura de Maduro. Lo vimos en las asambleas presenciales que presidió en Anzoátegui, Monagas, el Delta y Bolívar y en un encontronazo que tuvo con agentes policiales que se negaban a permitirle el acceso a la región del hierro y el oro del país.
Fue la oportunidad de compartir por las redes con la María Corina de siempre -después del año y tres meses que gastan la pandemia y sus cuarentenas-firme, incontenible, avanzando y batiéndose por el derecho que tienen los venezolanos a transitar libremente por su país, sin intimidarse ni ceder frente agresiones que son más políticas que personales y al final, cruzando la raya, cualquier raya que siembre dudas sobre la decisión que es ya la marca existencial de los venezolanos de hoy día: rescatar la democracia y poner fin el neototalitarismo socialista de los Chávez y los Maduros.
Para María Corina Machado este paradigma es como el norte que, luego de las diversas, sinuosas y arteras encrucijadas interpuestas por un ”Foro de Sao Paulo” renovado -que dedujo de la “Caída del Muro Berlín” lecciones, no para aceptar la tesis del “Fin de la Historia”, ni de la victoria definitiva del capitalismo democrático sobre el totalitarismo socialista-mantiene su vigencia plena y es la única estrategia posible frente a un ejército de ocupación que podrá tolerar la cohabitación pero no su desplazamiento total del dominio y sojuzgamiento del país,
Lo cuál no significa que haya un imperativo en persuadir ni disuadir a quienes, no por cobardía, ni embozadas traiciones a Venezuela y su democracia, persisten en un ensayo que, por lo menos, en cinco oportunidades ha revelado que es erróneo, sino en demostrarles con una práctica política de calle y de pueblo, que los ciudadanos siguen en movimiento, y no pierden oportunidad de protestar y levantan olas que se dirigen al derrocamiento de la dictadura de una vez por todas y sin ablandamientos, ni aplazamientos.
Los sucesos de hace dos meses en el Estado Apure donde grupos disidentes de las Farc le aplicaron una derrota infamante a lo que queda de la FAN de Maduro, Cabello y Padrino López, las pantallas de vuelo del “Aeropuerto Simón Bolívar” proclamando “Maduro dictador” y la salida del aire del líder autobusero mientras hablaba disparates en “Venezolana de Televisión”, son demostraciones que la dictadura sigue crujiendo por los cuatro costados y en espera de más y más protestas que la desestabilicen y derroquen de una vez y para siempre.
Pero si hasta los “colectivos” que hace unos años armaron Chávez y Bernal y ubicaron en barrios estratégicos de Caracas que llamaron “Zona de Paz” para controlar a los ciudadanos están alzados, gente como el “Coqui y una banda” que operan en la “Cota 905”, desafían desde los cerros semanas tras semanas a las policias de Maduro, toman con militantes armados de equipos de guerra barrios como La Vega y urbanizaciones como El Paraíso -y sin que los “feroces” cuerpos represivos del régimen puedan hacer otra cosa que ofrecer jugosas recompensas por su captura-, ofrecen el mejor ejemplo de que el dictador sufre la sacudida de un estallido y solo por la ingenuidad de los políticos que piensan que es una fuerza para “negociar” y no para “derrocar”, se mantiene en el poder.
De todas maneras, no piensa María Corina Machado que estas dos visiones sobre la grave crisis que continúa hundiendo las bases fundacionales del país, tengan que ser ocasión y oportunidad para abrir uno o varios frentes internos dentro de la oposición, mientras se le suministra tiempo al dictador para que persista la destrucción férrea e incontenible de Venezuela.
“No”, parece afirmar la líder de “Vente Venezuela”, “El camino de la lucha contra la dictadura no tiene porque bifurcarse a pesar de las diferentes visiones y si los que vuelven a experimentar con el diálogo no se oponen, sino que pueden complementar la lucha de calle y de los que pelean en Apure, los aeropuertos, Ciudad Bolívar y la “905”, entonces, no nos demos la mano, pero tampoco impidamos que los que necesitan nuevas dosis de desengaño, las experimenten”.
Pluralismo democrático que no comete la ingenuidad de no admitir que al final los líderes que terminarán encabezando la lucha por derrotar la dictadura y la reconstrucción del país, serán los que acierten en la estrategia y los instrumentos para que un día no lejano Maduro no esté más en Miraflores sino en la cárcel.
Y es, sin duda, de esta certeza, de donde emana la poca simpatía que algunos otros dirigentes de la oposición manifiestan por María Corina, personajes que ni la nombran y mucho menos la incorporan a eventos que se presentan como unitarios y nacionales, pero no es asunto que la perturbe y que contradice con su participación en movimientos como “La Salida” y en cuanto iniciativa surgió desde entonces para que la liberación de Venezuela no surgiera de un acuerdo negociado que al final la iba a frustrar y significaba la continuidad de la dictadura “pero por otros medios”.
En otras palabras que, para María Corina las cartas por la liberación de Venezuela siguen echadas y ya veremos quienes se anotan a una estrategia de disuasión que en el caso de una dictadura marxista no son sino instrumentos para que los dictadores sigan ganando tiempo, y quienes apuestan a la lucha de calle para que sea el pueblo, como en otras oportunidades, el que confronte a los neototalitarios y decida el destino definitivo del país.