Las violencias de Venezuela
Sí, así en plural: violencias… Tienen un origen básico que es común: la hegemonía despótica y depredadora, pero se manifiestan de diversas maneras y en distintas categorías.
Ya no hay un espacio importante de la vida venezolana que no esté atrapado por la violencia. Y es necesario insistir que Venezuela no se convirtió en uno de los países más violentos del mundo, por mera casualidad. No. Fue transmutada en eso por el dolo y la negligencia de la hegemonía. Más lo primero que lo segundo.
La violencia política es una especialidad del poder establecido. Si no hay estado de derecho lo que hay es violencia política.
A veces, enmascarada con habilidad. Pero, qué decir de la detención de voceros políticos, como Freddy Guevara, y otros de su misma parcialidad y otras, y hasta de familiares. O de defensores de derechos humanos. Pura violencia que, además, es una manera muy curiosa de aclimatar la supuesta negociación mexicana.
Un país con presos, perseguidos y exiliados políticos, es uno donde campea la violencia política. La propia retórica de la hegemonía es un tributo a la violencia, y las prácticas represivas son propias de un régimen totalitario.
La violencia social de naturaleza delictiva, es una expresión de la «soberanía territorial», de la delincuencia organizada e imbricada con la hegemonía, de los grupos subversivos extranjeros que son bienvenidos acá, y de instancias que controlan y ejercen la violencia, con los patrones de la guerra. No hay que sobrevivir en la Cota 905 o en Guasdualito, para padecerlo. Se trata de una realidad general.
Y una guerra en contra de la población, para intimidarla y tratar de impedir que la catástrofe sanitaria y socio-económica, tenga expresión política de protesta popular.
Hay violencia económica por la destrucción de la actividad productiva, empezando por la petrolera. Hay violencia cultural por la censura y la incesante propaganda de manipulación social. En fin, la violencia, o mejor dicho: las violencias son esenciales a la hegemonía roja.
En Cuba está aflorando el rechazo masivo a la marchita revolución. Ojalá y todo sea para bien de los derechos legítimos del pueblo cubano, que no quiere más patria o muerte sino patria y vida…
Esos mismos derechos del pueblo venezolano están pisoteados por las violencias. La hegemonía debe quedar atrás para que Venezuela pueda salir adelante.