La candidatura a toda costa
Cada vez son más numerosas y contundentes las evidencias del fraude electoral. Pretenden hacerlas tan visibles y abultadas para generar la conveniente abstención que redondeé la faena.
Es la gracia que teorizó un Steven Levitsky o un Javier Corrales para arribar al llamado autoritarismo competitivo. Y con una entrampada oposición posteriormente quejosa porque nadie fue a votarla.
Digamos de las oposiciones que se hacen pasar por tales con matices sorprendentes. Y llama elecciones a cualquier sarao sin fundamento que pueda convocar un régimen que las desea como piezas ornamentales y teatrales a las unas y a las otras.
Saben lo que hacen aquellos que perseveran con su nombre en el torneo. Dirán que les quedará un mínimo de reales para ensayar después otra gesta.
Disertan sobre candidaturas posibles y efectivas mientras la cruda realidad sigue su curso. La indiferencia se explica por la también formidable dosis de narcisismo que puede arrojar dividendos políticos de supervivencia: los reales.