Hugo Chávez, el extraño caso del Diablo que se creyó Florentino
«…negro bongo que echa a andar.
Salud, señores, y el alba
bebiendo en el paso real!»
Pocas obras literarias venezolanas han logrado cristalizar nuestra aspiración a lo universal como el poema de Alberto Arvelo Torrealba: Florentino, el que cantó con el diablo. En este largo poema escrito en la más noble y bella versión del lenguaje de los llanos venezolanos se describe la eterna lucha entre el bien y el mal, entre la noche y la alborada, entre la inocencia y la maldad. Su desenlace es favorable a la luz, ayudado por la fe religiosa del cantor nativo, quien acude a todos sus santos protectores a fin de alargar el tiempo lo necesario para que el Diablo sea sorprendido por el amanecer.
Florentino es un héroe mítico. Un solitario en el estilo de los caballeros andantes o del vaquero solitario del oeste estadounidense. El poema así lo describe, “Puntero en la soledad”. Si bien es cierto que su fisonomía no es descrita en el poema, a Florentino se le ha conocido popularmente como “el Catire”. Rómulo Gallegos, en Cantaclaro, lo menciona como el Catire quitapesares.
El Diablo sí es descrito detalladamente en el poema, de la siguiente manera:
Súbito un hombre en la puerta / indio de grave postura / ojos negros, pelo negro / frente dé cálida arruga / pelo de guama luciente / que con el candil relumbra / Un golpe de viento guapo / le pone a volar la blusa/y se le ve jeme y medio / de puñal en la cintura / Entra callado y se apuesta para el lado de la música / Oiga vale, ese es el Diablo.—La voz por la sala cruza.
En base a estas descripciones antropológicas no tenemos dudas que el intento de Chávez de hacerse pasar por Florentino es fraudulento. Nuestra convicción se deriva de sus acciones, actitudes e intenciones durante los años en que ejerció su dictadura en el país, impropias de quien se siente identificado con el pueblo y sí propias de quien solo se ama a sí mismo y se cree mesiánico e insustituible (“Solo yo puedo gobernar este país”).
La pretensión de Chávez de ser Florentino tuvo su origen en su identificación con la geografía en la cual Florentino actuó. La creación literaria es de un poeta de Barinas, Alberto Arvelo Torrealba, y el lenguaje y el entorno en el cual se desarrolló la vida de Florentino es la misma en la cual Chávez vivió su adolescencia. Desde joven Chávez cantaba la música llanera, declamaba versos, usaba el atuendo propio del llanero. Mucho antes de llegar al poder político conocía el poema de Arvelo Torrealba y se identificaba con el quitapesares. Era alegre como Florentino y recitaba el poema con frecuencia:
Yo soy como el espinito / que en la sabana florea / le doy aroma al que pasa / y espino al que me menea
De haber sido jugador de béisbol Chávez hubiera podido mantener durante su vida muchas de las buenas características de Florentino. Pero su llegada al poder, todavía poseedor de inclinaciones idealistas, lo cambió rápidamente, como cambian los seres ordinarios sometidos a tentaciones extraordinarias.
De la manera sencilla y cordial fue pasando a ser un Calígula tropical, como cuando se paraba frente a un edificio de Caracas y decía, con voz estentórea, voz del Diablo y no la de Florentino: “Exprópiese”. O cuando en televisión le recordaba a la pobre mujer que esa noche le daría lo suyo. O le contaba a los venezolanos que se había hecho pupú en el túnel de La Cabrera. O que la victoria de los opositores era una victoria de ****. O insultaba al presidente de EEUU en la sede de las Naciones Unidas.
¿Acaso podríamos imaginarnos a un Florentino sumiso ante el barbudo Fidel Castro, dándole entrada a Venezuela como una cabra se entrega ante un macho cabrío? ¿Permitiéndole tomar las riendas estratégicas del país, entrar a nuestros sistemas de identificación, a nuestra fuerza armada, a nuestros puertos y aeropuertos, para convertir al país en satélite de una pequeña isla llena de miseria y de hambre?
Chávez tuvo una personalidad más bien diabólica, ciertamente exenta de nobleza. Ya agonizante permitió que el país se endeudase con China para financiar una victoria electoral suya que no tenía sentido, puesto que ya le era imposible ejercer la presidencia. Le vendió al país un sucesor analfabeta, rencoroso, vulgar.
¿Florentino? Que va. Miembro de un segundo nivel de las pandillas del infierno y va que chuta.