«Lo que el gobierno le hace al pueblo es humillante»: la crítica de un abuelo que aguardaba para vacunarse en el Alba Caracas
En Venezuela ya no es extraño que se formen colas para realizar cualquier actividad cotidiana; surtir gasolina, comprar alimentos, intentar retirar dinero en agencias bancarias, forman parte de la cotidianidad del ciudadano. Algunas de éstas se han visto reducidas por la pequeña apertura económica vivida recientemente, pero otras se han acrecentado debido a la escasez en algunos rubros como el gasoil, la gasolina o el gas doméstico. Por ello, el proceso de vacunación no podía ser de una manera diferente.
El desespero, el miedo a contagiarse y morir, la falta de información y las pocas dosis de medicamento llegado al país, han generado que las personas se abalancen a los pocos centros dispuestos para la inmunización, sin respetar el poco práctico orden establecido para ello.
Los adultos mayores, a la par del personal sanitario, son los primeros en ser convocados por las autoridades para vacunarse, creando filas interminables frente al Hotel Alba, uno de los puntos de inmunización. Los testimonios son muchos, por ejemplo señor Iván Arias, de 75 años, refirió que ese era su cuarto intento seguido y que llegó antes de las 4:00 a.m., llevaba parado casi seis horas y estaba exhausto, además había un sol inclemente.
En los tres días anteriores se había ido a su casa alrededor del mediodía sin lograr su cometido por cansancio y hambre, y que por esa razón esta vez si había traído algo de comida, una arepa rellena con queso, huevos y salchichas.
“Lo que este gobierno le está haciendo al pueblo venezolano es humillante”, señaló.
Mientras el virus avanza, en Venezuela menos del 2% de la población ha sido inmunizada con la primera dosis, esto debido según el gobierno de Nicolás Maduro, a retrasos en los pagos al programa global Covax, y también como siempre lo han insistido, por «las sanciones impuestas por Estados Unidos», han tenido que recurrir a China y Rusia que son sus principales aliados y proveedores de vacunas.
Múltiples escenas se ven en las colas formadas por los adultos mayores, personas en sillas de ruedas y muletas, ancianos enfermos, que llegan incluso a media noche para obtener la dosis, todos deben hacer la cola por horas y soportar el trato a veces rudo de los militares encargados de ordenar la fila.
La convocatoria la reciben por mensaje de texto para indicarles el lugar y fecha que les corresponde, pero uno de los reclamos en las lineas es que hay muchos que no tienen teléfono y por eso van sin ser llamados. Incluso se atreven a protestar y cantar a viva voz que no se retirarán hasta recibir la medicina.
Con información de Bloomberg. Serie de reportajes La Vida en Caracas.