El chavismo y el daño incuantificable
Venezuela va para treinta años perdidos en términos económicos, sociales y políticos. Desde aquel fatídico año 1992 con dos intentos de golpes de Estado la situación, lejos de aliviarse, se ha agravado. En realidad la caída del ingreso de los venezolanos es observable desde finales de los años setenta, pero nada de ello se compara con el colapso que ha ocurrido a partir de 2014. Los venezolanos de este tiempo no podemos valorar en toda su magnitud la crisis en la cual el chavismo ha sumido a Venezuela. Digo chavismo porque Maduro fue nombrado por Chávez y además él se asume como su sucesor.
Voy a utilizar el cálculo reciente hecho por el profesor Miguel Ángel Santos, investigador adscrito al Laboratorio del Desarrollo Económico de la Universidad de Harvard, según el cual el nivel de ingreso real por habitante de Venezuela en 2019 es equivalente al que tenía el país en 1935 cuando murió el General Juan Vicente Gómez. El ingreso por habitante más elevado se obtuvo en Venezuela en 1977 y a partir de allí con alzas y bajas puntuales la tendencia ha sido a la caída. Pero nada comparable con la tragedia del lapso 2014-2020.
Pero esa tragedia fue la cosecha que se sembró desde 2006 cuando Chávez se declara socialista y emprende un agresivo plan de estatización que literalmente arrasó con la economía. Ese plan aplaudido por muchos y cuestionado por pocos en su oportunidad, fue lo que nos trajo a este empobrecimiento. Las industrias petroleras, siderúrgica, aluminio, hierro, cemento, automotriz, entre otras desparecieron en Venezuela. El campo y la producción agroalimentaria están diezmados.
Pero no fue solamente la destrucción material, sino también la institucional. Dos pilares fundamentales para la estabilidad económica de un país ya no existen. La institucionalidad fiscal pereció de la mano de Chávez primero y Maduro después, con la práctica de manejar presupuestos paralelos de manera discrecional y más recientemente con la no publicación de la Ley de Presupuesto, violando la Constitución. Desde 2016 Venezuela no cuenta con una Ley de Presupuesto válidamente aprobada. La institución monetaria representada por el BCV, se derrumbó al punto que ni siquiera sus estadísticas fundamentales publica oportunamente, para no mencionar el hecho de no hacer del conocimiento público los lineamientos de política monetaria previstos en la Constitución y en su ley. Ello también se ha manifestado en un desprecio por el conocimiento y el talento. Basta para ello dar una mirada a los ministros de Finanzas y Presidentes del BCV para apreciar en manos de quienes han estado estas dos instituciones.
Otro elemento del daño ha sido la fuga de cerebros que ha afectado al país. Promociones completas de ingenieros, médicos, profesores, técnicos de toda naturaleza, entre tantos otros han escapado del régimen chavista buscando mejores destinos. Ahora quienes destruyeron al país, con el rabo entre las piernas, andan buscando a los inversionistas que ellos espantaron y rematando los activos nacionales a precios de gallina.