Venta ilícita de licores, un fraude al fisco que crece en las narices del gobierno: TalCual
El covid-19 transformó la compra de licor en un modus operandi donde solo salió beneficiado el sector informal. Las restricciones que impuso el Estado para evitar la expansión del virus frenó a los sectores de la economía formal, pero no sirvió para dar un parado a las actividades económicas «por debajo de cuerda», las cuales ganaron terreno en la pandemia, reseña TalCual.
Cada sector nacional se vio afectado con la llegada de la pandemia y del confinamiento. La venta de licores no estuvo exenta. De hecho, las licorerías dejaron de competir entre sí dando vía libre para el comercio ilícito empleado por el vecino que expende alcohol sin los permisos requeridos, por quien importa dichos productos sin cumplir la norma, por quien vende rubros adulterados y por quien expende licores falsificados o de elaboración clandestina.
El sector licorero estimó que el 2020 cerró con un desplome del sector formal de 35% con respecto a 2019, mientras que describe un crecimiento de 50% en el expendio informal de licores para el mismo año.
Para Luis Enrique Cárdenas, director de la Cámara de la Industria Venezolana de Especies Alcohólicas (Civea), se ha creado una competencia desleal en dicho sector en la que mientras al legal se le cobran impuestos cuantiosos que influyen en el costo del producto, el ilegal coge dominio del mercado porque como no cancela impuestos puede vender más barato, «poner precios a los que los licoreros no puede llegar porque debe pagarle al Estado, cubrir las nóminas y otros gastos».