Venezuela en un laberinto
La angustia, miedo y decepción son tres elementos que configuran el estado de ánimo de todos en nuestro país. Y ello se observa en el día a día que enfrentamos en lugares públicos. Un rictus angustiante se ve reflejado en los rostros de mucha gente, que invocan al Señor pidiendo clemencia ante la dura realidad que vive con sus seres queridos por la falta de dinero, alimentos y ausencia de sus primigenias necesidades. Difícil transitar por un duro e inexplicable laberinto que agobia a millones de personas que imploran por el encuentro de una pronta y oportuna salida, que pareciera nunca llegar, pero tampoco imposible de alcanzar. Solo la fe y optimismo alimenta el cuerpo, espíritu y alma de millones de venezolanos, víctimas desde hace 22 años de un régimen denominado socialista, marxista y mal llamado bolivariano.
Tras leer el conmovedor artículo de Leonardo Padrón, y observar la dramática y dolorosa manera como enfoca la tragedia venezolana víctima de una herida que lastima desde hace más de 20 años , decidí escribir el presente artículo, no solo por solidaridad con el afamado compatriota hoy en el exilio, sino más que todo por el dolor que comparto con todos quienes de una u otra manera tenemos a nuestros seres queridos, allende las fronteras: Padres, tíos, sobrinos, hijos, hermanos y familiares de nuestro entorno. Una tragedia y dolor que penetra en nuestras almas, corazón y propia vida, para las que pareciera no haber remedio que ponga fin, salvo que salgamos de esta horrible y criminal pesadilla, que no es otra cosa que un sueño perturbador, relacionado con sentimientos negativos, mezclado con ansiedad o miedo.
Los médicos se refieren al trastorno de pesadillas como “parasomnia”, un tipo de trastorno del sueño que implica experiencias indeseables que ocurren al dormir o al despertar. No deseamos ni esperamos que la pesadilla desencadene en estrés o ansiedad, traumatismo, privación del sueño, medicamentos, abuso de sustancias u otros trastornos, porque primeramente somos católicos cristianos y creemos y confiamos en Dios, y luego porque tenemos la más firme esperanza de que más pronto que tarde salgamos de este aquelarre infernal generado por unos oportunistas dizque revolucionarios, que no tienen piedad, sensibilidad y muchos menos dolor por sus congéneres, que hoy por hoy deambulan por calles y avenidas de las ciudades del país, con la mirada oteando un horizonte y clamando piedad para poder cubrir sus ingentes necesidades y la de sus seres queridos.
Ser testigo en carne propia de recientes acontecimientos nos obliga a pensar que estamos en presencia de un pérfido régimen en manos de seres indolentes que maltratan a una nación cuna de ilustres Próceres, a cuya cabeza se encuentra el Libertador Simón Bolívar. Personas que populista y demagógicamente utilizan su nombre, para llevar a cabo sus oscuros intereses políticos socialistas comunistas y marxistas, contrarios a todo cuanto predicó y puso en práctica el Padre de la Patria. Nada que ver con la llamada sociedad civil, la libre empresa, seguridad, libertades y derechos que contempla la Constitución Nacional, mal llamada despectivamente por el hijo de…. Sabaneta: “La Bicha” .
Venezuela en mala hora cayó en manos de unos pícaros de oficio, que desde los inicios de la IV República venían disfrutando de la democracia; esa misma que tras haber conspirado furtivamente los indultó, y a la postre les otorgó una patente de corzo que les permitió nuevamente pretender derrocar a un régimen democrático legalmente constituido. Hoy disfrutan de las mieles del poder con el llamado Socialismo del siglo XXI, cuyo contexto fue presentado en el V Foro Social Mundial celebrado en Porto Alegre, Brasil, por el extinto Chávez, con el pretexto de “profundizar el proceso democrático” que debía acometer en su segundo mandato presidencial (2007-2013).
Son muchas las interrogantes que plantean intelectuales, activistas, representantes de los partidos políticos, comunidades organizadas, movimientos sociales y populares y universidades, entre otros, acerca del contenido utópico de esta denominación, que lo que ha hecho es transmutar un país inmensamente rico y próspero en uno de los más pobres y lleno de las mil y una calamidades, que van desde el desempleo, hambre, miseria, inseguridad, falta de servicios públicos, y para colmo, penetrado por las guerrillas y narcotraficantes.
Si a todo ello sumamos la ausencia de políticas públicas, detención arbitraria de miembros de la oposición por el solo hecho de disentir, presos políticos civiles y militares, hasta hace poco recluidos en el recinto carcelario de Ramo Verde y trasladados a centros penitenciarios comunes en donde deben compartir celda con delincuentes comunes, observamos el carácter eminentemente dictatorial de Nicolás Maduro, devenido de humilde chofer de autobús en nada más y nada menos que en Presidente de la República. Y eso con el agravante de que hasta la presente fecha no se conoce su partida de nacimiento y por tanto se pone en duda el carácter de su nacionalidad venezolana. Hasta eso hemos llegado, por lo que el día que salga a la luz pública este detalle, Venezuela quedará expuesta antes los ojos del mundo, como un país que tuvo por Jefe de estado a un impostor.
El líder político colombiano Eliecer Gaitán, cruelmente asesinado en la ciudad de Bogotá hace más de medio siglo, expresó en cierta ocasión: “ Malaventurados aquellos que ocultan sus malas intenciones bajo la zalamería de sus palabras, pues ellos serán señalados con el dedo de la ignominia a la luz de la historia”.
¡ Amanecerá y veremos !
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