¿Quo vadis oposición?
El régimen avanza en uno de sus calculados propósitos al renovar la directiva del CNE: una nueva manzana de la discordia en la mesa de la oposición. Bandos que esgrimen, cada uno por su lado, sin debatir entre ellos, sus irreductibles doctrinas o prejuicios acerca de la eficacia, o no, de la ruta electoral para enfrentar a una dictadura.
Admitamos que hay raciocinio en los argumentos de las partes, pero no pasarán de inútil diatriba, a menos que las opciones se lleven a un tablero de discusión con miras a tomar, por adhesión, la posición de consenso que enfrente con posibilidades de triunfo la estrategia del régimen.
El tema electoral plantea una toma de decisión crítica. Es una coyuntura inaplazable que se avecina con las elecciones regionales, probablemente este mismo año y, muy importante, la oportunidad de un revocatorio presidencial en 2022.
Es vital salir del marasmo que inmoviliza desde hace largos meses la fuerza democrática del país, no obstante contar con una poderosa mayoría que reúne al ochenta por ciento de los venezolanos que rechazan la dictadura gobernante. Un capital humano que hubiese sido la envidia de la Concertación democrática chilena cuando enfrentó y venció en 1988 a la dictadura de Pinochet. Por cierto, además de la experiencia chilena, otras como la del movimiento Solidaridad en Polonia, o la del Movimiento de Renovación Serbio, todos triunfantes frente a poderosas y también criminales dictaduras, deberían servirnos de fuente de iluminación y consulta, para romper la inercia que nos inmoviliza.
La nuestra es una responsabilidad histórica. Será vergonzoso que las generaciones venideras lean que mientras el país rodaba por el abismo, quienes teníamos la facultad para desbancar a los causantes, nos agotábamos en una retórica insustancial de egos y de parcelas, más de ambición que de poder, o esperando la furia providencial de titanes liberadores.