Primer campamento de migrantes de la era Biden es más negocio para los coyotes: El País
Idalia Rivera salió de su casa en El Salvador con su hija Sofía y su HIJO mayor a mediados de abril con la ilusión de llegar a Texas, EEUU, y reencontrarse con su esposo. 20 días después, está en una plaza de Reynosa, México, luego de ser expulsada por las autoridades migratorias de Estados Unidos. Su hijo mayor ya no está con ella; los llamados ‘coyotes’ la separaron de él en Chiapas.
“Lo peor es que tenemos temor de estar aquí y también de volver a nuestro país y no podemos pasar. Estamos entre la espada y la pared”, relata Idalia a El País. Para salir de El Salvador, la mujer pago $ 4.500 a un coyote. Temía porque a su hijo lo reclutaran las maras y se enrumbó hacia San Antonio, Texas, ciudad a la que el padre de los niños huyó hace 4 años de lo que la mujer define como una muerte casi segura a manos de las maras.
Tras cuatro años trabajando indocumentado, su esposo había podido reunir el dinero necesario para traer a su familia. No obstante, ahora cada uno está por un lado, se les acabó el dinero y nada salió como se planeó. “Estamos aquí de brazos cruzados sin poder hacer nada. Estamos con miedo y sin poder dormir”, dice.
En las tres noches que han pasado desde su deportación, no ha pegado ojo por miedo a que le pasara algo a su hija. “Aquí uno no puede salir de esta plaza. Ya nos dijeron: si sacas un pie, te secuestran y piden rescate”. La posibilidad de que un día llamen a su marido para pedirle más dinero por ella o su hija como han hecho quienes la separaron de su hijo, la paraliza.