No más heridas, Colombia
En algún resquicio de la nación se quebrantó la república. El protagonismo político, muchas veces, careció de cordura para comprender que aguas abajo, las dificultades carcomían las oportunidades de las mayorías. Es la maldición de décadas, en donde siempre perdieron los más vulnerables.
Quienes no entiendan que detrás de muchas de las protestas existen las molestias ocasionadas por una pesada carga sencillamente sé engolosinaran con la primera excusa. Lo que percibimos es un gran hartazgo que va más allá de un gobierno. Es el cansancio propio de una sociedad que sigue buscando respuestas. Uno de los detonantes que soliviantó el escenario fue la respuesta coercitiva frente a las demandas.
Cuando se utiliza la represión de manera contumaz, el concepto de integridad y pleno respeto al derecho constitucional, se desdibuja plenamente. Tampoco debemos ignorar que existen grupos radicales que buscar subvertir el orden, son los especímenes que pescan en río revuelto. Fracciones recalcitrantes que manejan su propio interés.
El vandalismo operado como estrategia por infiltrados es lo peor que puede ocurrirle a jornadas que deben estar enmarcadas en el respeto a las instituciones y propiedad privada. Grupos que tienen un plan para desestabilizar como estrategia continental del totalitarismo. Sin embargo, no podemos negar la fatiga social de la gente.
No es necesario un amplísimo análisis sociológico para saber que la raíz de los conflictos actuales está en el agotamiento que tiene la población ante tanta desigualdad social, que se expresa en la pobreza que ha crecido muchísimo en los últimos tiempos.
Colombia tiene realidades dolorosas en regiones alejadas de los grandes centros de poder. En esas zonas consiguieron ser sometidos por el crimen, un elemento que actúa allí con total impunidad. Inclusive obtuvieron en los grupos irregulares la atención que pocas veces recibieron desde Bogotá. Por supuesto que eso es injustificable, pero es una verdad incuestionable.
Sectores expoliados que no les importa el origen de lo que reciben. Ellos son el mejor aliado de la poderosa red de corrupción que ha pervertido estamentos fundamentales del Estado, siendo otro ángulo del problema.
Siguiendo con las ideas iniciales es importante decir: los que padecen con mayor intensidad la crisis económica que atraviesa la nación, están disgustados de recibir la peor parte. Las injustas condiciones que padecen los sectores oprimidos son el poderoso combustible de lo protestas que observamos. Realidades incuestionables de una situación que vive incrementándose con el correr del tiempo.
El ciudadano quiere tener mayor calidad de vida, que pueda tener mejores opciones para emprender con éxito, para ello necesita el acompañamiento gubernamental.
Colombia tiene grandes reservas morales para salir adelante. Su espíritu democrático deben anclar en la ecuanimidad, conseguir mayor equidad es importante para el progreso de todos. Un punto importante es prestarles la debida atención a los sectores más vulnerables. Una transformación profunda del Estado, que el mismo llegue hasta el último rincón. Esta nación está llena de episodios donde supo vencer las dificultades.
El enorme potencial del país debe servir para impulsar el progreso. Promover la industria y el agro, incentivar el turismo como palanca de bienestar. Hacer crecer la competitividad y las oportunidades involucrándolos a todos, son tantas las potencialidades para armar un gran proyecto que haga de Colombia un sitio idóneo para invertir. Trabajar por mejores condiciones de vida es posible. Queda en los colombianos hacerlo.
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