Exclusiva ND | Tamara Adrián: Víctimas de delitos sexuales no denunciaban antes por miedo a revictimización
En el mes de abril las denuncias por delito sexual tuvieron un auge en Venezuela. Uno de los casos más sonados fue el del escritor Willy Mckey, quien tras admitir haber cometido abuso sexual y que se le abriera una investigación, optó por quitarse la vida en Argentina, país donde residía.
Para la abogada e integrante de la Subcomisión de la Mujer e Igualdad de Género de la AN electa en 2015, Tamara Adrián, las pocas denuncias hechas en el pasado por las víctimas respondía a la desconfianza en los medios y por el temor a la revictimización.
Asimismo, aconsejó a quienes sufren delitos sexuales que aunque sea difícil, lo mejor es tener las pruebas de los abusos sufridos, ya que es la única forma de que la justicia actúe.
¿Qué lectura le da a esta repentina ola de denuncias de abuso y acoso, a través de redes sociales?
R: Hace 2 o 3 años, hubo en el mundo entero la campaña ‘MeToo’, la cual estuvo escasa o nula repercusión en Venezuela lamentablemente en aquella época. Varios análisis me llevaron a pensar las razones del porqué y las decisiones de mujeres u hombres, que fueron objeto de acoso, abuso o violación, de salir a denunciar. Hicimos algunas preguntas. Y en realidad es la desconfianza en los medios.
El 97% no había considerado nunca el hacer una denuncia, el miedo a la revictimización por parte de las autoridades, y quizás un porcentaje también salió de esa encuesta bien elevado por el hecho de que la víctima no cree que va a haber ningún tipo de justicia. De hecho, en el ámbito meramente del tema LGBTI, en Venezuela ninguna denuncia ha culminado en una sanción efectiva. En el mundo entero, el promedio de sanción supera el 12 al 15% de todas las denuncias. Entonces creo que así como una olla se va calentando, en este caso muchas cosas estaban pasando y estaban acumuladas. Muchos rencores, reconcomios y frustraciones estaban ahí acumuladas, y de pronto entonces se abre una ventana y se permite esta salida repentina, si se quiere, de estas denuncias que estaban latentes y que, insisto, no había habido uso de la campaña ‘MeToo’.
Desde 2015 no se publican cifras oficiales sobre violencia contra la mujer, pero es notorio que los casos de feminicidios vienen en aumento, ¿Puede considerarse esto como un desinterés por parte del Estado o falta de voluntad para denunciar?
R: En realidad no se producen cifras desde mucho antes. La única verdad es que las ONG sí hacen seguimiento donde denotan este aumento paulatino de un femicidio cada 30 horas. Pero no debemos confundir este tema con de los abusos y las violaciones. Si bien son dos tipos de violencia distintas y sus orígenes pueden ser diferentes, lo que tienen en común es el sistema de dominación patriarcal, pero las manifestaciones son distintas.
Si el caso de Linda Loaiza, que alcanzó justicia en instancia internacional, todavía es una asignatura pendiente de este Gobierno, ¿Qué garantiza que otros casos de abuso o acoso sean atendidos? ¿Cuál es el procedimiento para realizar la denuncia formal?
R: El caso de Linda Loaiza alcanzó justicia internacionalmente pero todavía no ha sido efectivamente compensada la víctima, y con lo que dije en el punto uno, la gente siente que el único resarcimiento que tiene es el simbólico. El que ocurre a través de las redes, de la sanción moral, porque tiene desafortunadamente más del 90% de los casos el convencimiento de que una denuncia ante las autoridades sería infructuosa, y no tendría absolutamente alguna consecuencia.
El procedimiento tendría que ser ir a la Fiscalía, con el agravante de que no existe mecanismo para impedir la revictimización: «tú te lo buscaste, qué estabas haciendo, por qué estabas sola, etcétera», para que se abra una investigación, aportar las pruebas y que el expediente entonces se lleve adelante.
Lo que hizo Linda Loaiza es una de las cosas más rudas que hay porque es revivir el tema cada día y cada hora.
¿La denuncia de una persona que mantuvo en secreto un caso de abuso o acoso por tanto tiempo tiene validez en la actualidad?
R: Depende. Puede haber prescrito en algunos casos. El acción penal, en otros no. Eso habría que verlo caso por caso. Pero la reivindicación simbólica es la que a los ojos de las víctimas tiene en este momento la importancia simbólica.
Una de las características que tienen las denuncias, siempre, en materia de acoso, abuso, o violación, es que uno, no se lo cree a las víctimas. Recomiendo que vean en Netflix ‘Unbelievable’. Es una serie que dura 4 o 6 capítulos justamente sobre este tema. No se le cree a la víctima y cómo este tipo de denuncias pone el dedo en la llaga de las complicidades que existen a nivel de las estructuras de dominación patriarcal. Entonces, quienes no están dispuestos a que el tema cambie, se dedican a atacar a las víctimas.
¿Cuál es la realidad? Históricamente se ha analizado la veracidad de estas denuncias y en alrededor de un 1% de los casos, pueden haber sido denuncias falsas. Vuelvo a recomendar ‘Unbelievable’, y es el ataque a la víctima lo que trata de mantener el status quo. «Eres una mentirosa, eso no puede ser, eso no ha ocurrido». Ahora, existen grados muy distintos de violencia. ¿De qué estamos hablando aquí? ¿de abuso, de acoso o de violación? Y eso ocurre en mujeres, en hombres particularmente gays, niñas, niños y adolescentes y en la población trans. Todas esas poblaciones tienen en común que están expuestas de manera exponencial a este tipo de violencia sexual.
¿Qué opinión se merece el que en redes sociales se ataquen a las víctimas?
R: Algo que no se ha dicho demasiado en las redes y es que cerca del 90% de estas situaciones ocurren en el ámbito familiar o escolar. Gente que se conoce dentro de la familia en el sentido estricto: padres, tíos, o en el sentido ampliado: amigos, etcétera, o en el ámbito escolar. Eso ocurre en un porcentaje, sobretodo tratándose de niños, niñas y adolescentes, que ya cuando son mayores se sigue manteniendo el abuso familiar pero mitigado por la mayoría de edad, pero declina el abuso, acoso o violaciones en el ámbito escolar porque se acaba la escolaridad. Es sustituido eventualmente por el bullying en la universidad y sobretodo por el acoso laboral.
De tal manera que los victimarios son personas totalmente ajenas en un porcentaje muy pequeño que no llega según las estadísticas entre 5 y máximo el 10% de todos los casos. La gran mayoría son personas que estaban allegadas.
Cómo abogada ¿qué consejos ofrece a quienes estén pasando por un caso de abuso o acoso y temen hacer la denuncia por represalias?
R: Como abogada lo que diría es tener las pruebas. Sé que es difícil hacer las denuncias, pero la única forma de que el aparato de justicia se ponga en marcha, si es que existe justicia en este país y si es que todavía hubiese una jueza o juez que esté dispuesto a actuar en estos casos. El temor a las represalias siempre existe, de hecho, es una de las mayores motivaciones para no denunciar, particularmente en aquellos casos donde el victimario es familia, una persona allegada, con poder político o económico, o una persona que pertenece a los órganos de policía o militar. En esos casos, la revictimización por un lado y el temor de las represalias son las causales máximas de que se estiman que no más de un 1% de los casos son denunciados.
Demasiados miles de personas, de sufrimientos, han venido estando acumulados por años y años, y en estas circunstancias específicas hay un río de denuncias, que abre la puerta a que ocurra algo como lo que está sucediendo en este momento. Ojalá que continúen, que dé los frutos de cambio de la sociedad, que la gente entienda que es un problema grave, que existe, que las víctimas no están diciendo mentiras en casi la unanimidad de los casos, y que desafortunadamente la única cosa cambien es que se tome consciencia de la gravedad de este problema.