Estado forajido
La mayoría de los venezolanos no estaban familiarizados con su nombre: Jesús Santrich. Sin embargo, en esta última semana, la noticia de su deceso impactó los medios y reveló al hombre detrás del nombre. Jesús Santrich es otra de las figuras que asalta cada hogar, como sinónimo de angustia, oscuridad y zozobra. Así de fácil, faltando centenares de nombres ocultos y semiocultos en la tragedia que soportamos. Tragedia que resulta de la convivencia con un régimen forajido, que institucionalizó dentro del país, en el transcurrir de 20 años, todos los grupos insurrectos de Latinoamérica.
Varias hipótesis se tejen sobre la causa de su muerte y hasta sobre el mismo lugar donde acaeció. Y esto, si es verdad que ocurrió. Porque todo, absolutamente todo, debemos ponerlo en duda, o en tela de juicio, respecto a lo que le ocurre a un régimen tan manipulador y falsificador de las realidades. Lo único en lo que no cabe duda alguna es que el territorio nacional, en un buen porcentaje, está en manos de terroristas, irregulares, traficantes. Es toda una verdad universal.
Entonces, ¿para qué precisar esas circunstancias en modo, tiempo y lugar? El acontecimiento es simplemente la reiterada revelación al mundo del drama venezolano, que de no resolverlo, picará y se extenderá a todo el continente. Ya se ve la serpiente arrastrándose desde Chile hacia el norte, en un recorrido de sacudidas incontroladas: el plan estratégico del Foro de Sau Paulo está en marcha. Después que el hemisferio no se queje de lo que no pudo parar a tiempos: dos, tres, cuatro Vietnam esperan de acuerdo a la predica del Che.
No hay libertad para indagar y expresarse, y periodista que balbucee algo, va preso. No da nadie explicaciones porque hay quien ose preguntar algo a Maduro y compañía, en caso y logre acercarse, por muy periodista que sea. Nada claro se sabe de Santrich o de los ocho militares secuestrados, y menos de las bajas de nuestros soldados en Apure. Cada día se aguanta la tarea que cumplirá la Comisión de la Verdad que, superada está tragedia y drama, tendrá que investigar los hechos para escandalizar y escarmentar a toda la humanidad. Y esto porque de las buenas intenciones está empedrado el camino al infierno. Fue lo que ocurrió con Chávez, el supuesto pacifista, y resulta que ha metido una guerra antes impensable, en Venezuela, incluyendo al actual ocupante de Miraflores.
Esta tragedia que debemos cargar a cuesta y, por ende, convivir con ella, no cesará hasta que, realmente, entendamos quién es el enemigo, como actúa y cómo debemos enfrentarlo. No cesará hasta que manejemos una política coherente de unificación de todos aquellos sectores que tenemos un objetivo común: la recuperación democrática del país. Si continuamos haciendo una política unipersonal como la que vemos en la oposición, solo seguiremos nutriendo a este régimen forajido, cuyo objetivo es solo mantenerse en el poder a costa de lo que sea y de quién sea, y si para ello debe aliarse con el mismo Lucifer, tengamos claro que lo van a hacer.
Un régimen forajido sobra en este país. La insistencia por la unidad no puede desaparecer; la resistencia contra este régimen fortalecerá el concepto de libertad y Venezuela persistirá como un país democrático con libertades sociales, civiles, políticas y económicas.
@freddyamarcano