¿En quién creer?
Viendo tantos malabarismos y piruetas politiqueras, la verdad es que ya uno no haya en quién creer. Cada vez que estoy frente a semejantes saltos mortales recuerdo a Carlos Andrés Pérez cuando dijo que “la política la inventó el diablo”. Digo esto observando esos movimientos tácticos -por llamarlo de alguna manera- que dan algunos personajes de la llamada oposición.
Veamos algunos episodios que llaman poderosamente la atención:
En el año 2015 una inmensa mayoría de ciudadanos le dio a la MUD una victoria contundente. Las dos terceras partes de los integrantes del parlamento fueron postulados con la tarjeta de la manita, eso representaba una derrota aplastante para Maduro y sus acólitos. Toda Venezuela estaba expectante y se esperaba que cuanto antes ese poder legislativo renovado se abocara a designar los nuevos magistrados del poder judicial, teniendo en cuenta que Diosdado Cabello, aliado con Maduro, había cometido un acto irrito, entre gallos y medianoche, designando a activistas del Psuv en las horas postreras de la saliente Asamblea Nacional. También la ciudadanía aguardaba con ansiedad que los nuevos diputados elegidos por mas de 14 millones de electores se dispusieran a designar a los nuevos rectores del Consejo Nacional Electoral para de esa manera desmontar el andamiaje fraudulento que han montado en ese ente clave para organizar las consultas pendientes a partir de esa fecha.
La historia que se conoce es muy deplorable, ya que se cuenta que el día en que estaba previsto hacer esas esperadas designaciones, fallo el quórum reglamentario porque algunos diputados de la oposición desaparecieron del Hemiciclo por arte de magia. Hoy, con más propiedad aún, digo que allí estaban metidas las manos de Stalin González y Enrique Márquez. No fue posible hacer la sesión. Lo que sí se montó fue un revocatorio que resultó frustrante para los millones de ciudadanos que se atrevieron a desafiar al régimen aportando, en medio de inmensos riesgos, sus respectivas firmas. La dirigencia opositora se enfrasco en dialogo para terminar rindiéndose en una mesa de negociaciones en las que se dejaron sin efectos la marcha a Miraflores y el juicio político a Nicolás Maduro.
Después, el 16 de julio de 2017 se realizó un plebiscito con resultados extraordinarios que fueron dejados de lado por algunos factores de la oposición que terminaron haciendo todo lo contrario a lo que mas de 7 millones de ciudadanos habían resuelto en las preguntas formuladas en esa consulta ciudadana. Pero hasta ahí no llego la cosa, ya que en República Dominicana se rehabilito el bendito diálogo en el que se acordó no avalar mas fraudes electorales. ¿Y qué pasó? Que el 20 de mayo de 2018 algunos dirigentes opositores se metieron en la jugada electoral secundado a Maduro en ese sainete electoralista. Pero las maromas continuaron, esta vez con la puesta en escena del elenco de alacranes que salieron a flote confirmando lo que tantas veces se había advertido: estamos infiltrados.
Lo más reciente es que esos infiltrados se las arreglaron para integrar un nuevo CNE que se encargará de legitimar a Maduro, o sea de lavarle la cara a quien ha sido calificado de ilegitimo por más de 60 gobiernos del mundo. Porque me pregunto: ¿cómo es qué ahora, los mismos dirigentes que han dicho que la elección del pasado diciembre fue ilegal, ahora participan en un arreglo politiquero para formar un aparato que Maduro controlará desde Miraflores? La respuesta es que, es el mismo musiú con diferente cachimbo.
Se tiene que tener muy claro que en el nuevo CNE no están los alacranes originarios, pero hay una nueva cepa de alacranes. Los primeros representaban a AD-Bernabé y la mesita. Está nueva cepa representa a Henrique Capriles y a Stalin González, a los primeros ya los utilizaron solo sirvieron para las elecciones del 6D 2020, y seguirán colaborando so pena de despojarlos de las tarjetas usurpadas, a los segundos los utilizarán para las elecciones regionales, estos podrían durar más en los cargos porque su colaboracionismo con el régimen es de vieja data. La verdad es que todo este relajo me deja muy claro que Antonio Ledezma y María Corina Machado tienen razones de sobra para seguir cuestionando, como firmemente lo han hecho, la pésima conducción de la estrategia opositora.
@CYsmayel