En memoria de Nemesio Montiel Fernández

Opinión | mayo 3, 2021 | 6:28 am.

Son muchos los temas que deberían tratarse en la columna de esta semana. Entre otros está la difícil situación de Apure, en “…esta frontera del Arauca Vibrador” sin que el régimen ni el Alto Mando Militar den una explicación necesaria en cuanto a lo que sucede.

Tenemos el grave problema de la pandemia, al desorden en materia de vacunación, a la existencia o no de vacunas suficientes y a la falta de un plan para atender al ciudadano común preso por la incertidumbre convencido de la incompetencia existente.

Una brisa de esperanza basada en la fe, con motivo de la beatificación del Dr. José Gregorio Hernández Cisneros, compensa parcialmente lo que estamos viviendo. Hermosa ceremonia. Austera, sin excesos ni distorsiones politiqueras que hubieran podido empañarla. El mensaje de la Iglesia claro y definitivo en la búsqueda del cambio indispensable para alcanzar la vida en serena libertad.

Sin embargo, para no alargar demasiado estos comentarios, la muerte del viejo amigo y compañero de toda la vida, en las buenas y en las malas, Nemesio Montiel Fernández sacudió todas las fibras de nuestro ser. Desde que recibimos la noticia de su hospitalización y progresiva gravedad, nos resistíamos a aceptar el predecible desenlace. Pero llegó el momento definitivo. Se amontonaron los recuerdos y, entre otros, las decenas de recorridos por la Guajira, por sus playas, pueblos y sitios emblemáticos. Las múltiples jornadas en Alitasía que por variados motivos se realizaban allá. En una de ellas, fui declarado “Hijo Adoptivo” de esa tierra, con apenas una semana de haber recuperado parcialmente la libertad luego de la inolvidable pesadilla de El Helicoide por cuenta del Sebín. Muy importante para mí la solidaridad del pueblo Wayuu en esos días inciertos de mi prisión.

En mis años como primer gobernador electo y reelecto del Zulia, Nemesio estuvo al frente de la Secretaría de Cultura, dejando una huella imborrable. También se distinguió, más allá de su condición de profesor titular y sus méritos académicos como Director de Cultura de la Universidad del Zulia. Por supuesto, LUZ le ha rendido merecido reconocimiento a su memoria.

Nuestra relación fue franca y abierta. En algunos temas discrepamos, pero siempre la palabra por delante y la afectuosa relación existente impedía distanciamientos. Era un verdadero amigo. De mi mente no se aparta el recuerdo de su abuelo, el Torito Fernández, de buena parte de su descendencia, de su padre el viejo Nemesio, de su madre y algunas tías de Nemesio que atendieron a mi mamá en el parto cuando yo nací y, en fin, las largas jornadas enchinchorrados allá en Alitasía. Recuerdo el día en que la Sra. Rina me dijo: “Oswaldo, vos sois nuestro”

Un fraternal saludo a todos los hijos de Nemesio. En especial a su esposa, fiel compañera y ejemplar ciudadana.

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