Collage número 62 sobre Rómulo Betancourt

Opinión | mayo 1, 2021 | 6:20 am.

(Primer regreso a Venezuela, después de 4 años de ausencia)

Después de que diversos sectores e instituciones del país (partidos políticos, trabajadores y empresarios, las Fuerzas Armadas Nacionales) le ofrecieran actos y homenajes de despedida, el expresidente Rómulo Betancourt emprendió un viaje por Estados Unidos, Europa, el Medio Oriente y naciones recién incorporadas a la soberanía en Asia y áfrica, que culminó con una breve residencia en Nápoles, Italia, y luego con la residencia de 8 años en Berna, Suiza, interrumpida con visitas a Venezuela.

En el acto que le ofreció su partido Acción Democrática, expresó: “Sabido es mi propósito de alejarme por tiempo indefinido del país. Desde cualquier sitio extranjero donde me encuentre continuarán volcados mi interés y mi pasión hacia Venezuela. Y complacido apreciaré desde lejos el proceso de reafirmación de las instituciones democráticas y el avance venezolano en todos los órdenes. En las manos honradas del compañero Raúl Leoni, Presidente de la República recién electo por los venezolanos, queda la nave. Al garete no andará, porque el timonel tiene experiencia y buena fe, y porque impulsándola por la buena vía estará el buen pueblo venezolano” (1).

El día 9 de abril de 1964, a través de la televisión y de radiodifusoras comerciales, se despidió del país, apenas unas pocas horas antes de partir. Entonces manifestó: “Quiero decir que me siento profundamente orgulloso del pueblo venezolano y que declino en él todos los honores que pudieran discernírseme. Y esto lo digo sin afán demagógico, sino sinceramente: no se hubiera podido lograr la hazaña de estabilizar una democracia tan acechada si no hubiera habido el concurso para defender las instituciones que el mismo pueblo se dio… Hay una frase ajena que repito porque la conceptúo muy exacta: ‘el precio de la libertad es una eterna vigilancia’. Esto es más cierto en un país como el nuestro, dotado por la naturaleza de extraordinarias riquezas naturales; un país de tal calidad está expuesto a la ambición de los aventureros, que conceptúan el poder como botín…En el exterior no me dedicaré a una vida cómoda y tranquila, no ha llegado para mí el momento de empantuflarme, tengo cincuenta y seis años, que los llevo bien desde el punto de vista físico, y una mente alerta y madurada. Escribiré libros, acopiaré experiencias en otros países, y eso lo transmitiré a mi pueblo y a los otros pueblos de América a través de la palabra escrita o del videotape, enviado desde los distintos lugares en donde pose mi planta peregrina” (2).

La primera escala de su viaje fue Estados Unidos. En Nueva York fue agasajado por la Asociación Americana para la Democracia y la Libertad, ocasión en la que hablaron el senador Edward Kennedy, Norman Thomas, Adolfo Berle y Arthur Schlesinger, quienes se refirieron a la carrera política y al último gobierno que presidió Betancourt.

Estando allí, estalló la insurrección del coronel Francisco Caamaño y la crisis política en la República Dominicana. Sanín (Alfredo Tarre Murzi), hace al respecto el comentario que pone en boca de Betancourt: “Cuando estalló la crisis política en la República Dominicana por la insurrección del coronel Francisco Caamaño, el presidente Lyndon Johnson y el vicepresidente Hubert Humphrey me invitaron a Washington para conversar sobre las incidencias de ese conflicto en el Caribe. Me opuse radicalmente al envío de marines a la isla y aconsejé utilizar medios políticos y diplomáticos para tratar de resolver la crisis. Pero el trauma de la situación cubana llevó al gobierno de EEUU a una penosa y desagradable intervención en Santo Domingo, que no era la primera incursión en la isla de Hostos” (3).

En California, embarcó para seguir su viaje a Asia, Africa y Europa, y terminar domiciliándose, como se señaló líneas arriba, primero, por pocos meses en Nápoles, y luego, en Berna. Vivía con los emolumentos que recibía como expresidente y sus honorarios de periodista y escritor.

El 14 de marzo de 1966, el Secretario General del FND, Arturo Uslar Pietri, en carta al Presidente Leoni, participa su retiro del Gobierno finalizando así la Amplia Base. Después, a comienzos de 1968, URD queda fuera del Gobierno. En el seno de URD se produjo una crisis interna que culminó con la suspensión y pase al Tribunal Disciplinario de Alirio Ugarte Pelayo, quien el 19 de mayo de 1966 convocó a una rueda de prensa en su residencia, y antes de iniciarla, se suicidó con un disparo en su biblioteca.

Ya desde mediados de 1966, la atención de los partidos, de los medios de comunicación y de la opinión pública comenzaba a centrarse en el tema de las candidaturas presidenciales para el período 1969-1974.

En el mes de abril de 1967, el VIII Pleno del Partido Comunista, reunido en la clandestinidad, decide abandonar la lucha armada, reanudar la lucha de masas y participar en los comicios de 1968; y, con ese fin, solicita el 20 de octubre de 1967 la legalización de un partido político, bajo el nombre de Unión Para Avanzar (UPA).

En abril de 1967, la candidatura presidencial de Rafael Caldera es lanzada en una Convención Nacional de Copei.

La escogencia del candidato presidencial de Acción Democrática (estatutariamente atribuida a la Convención Nacional del partido) para las elecciones de 1968 originó una crisis interna que comenzó en las llamadas elecciones primarias o elecciones de base, celebradas el 25 de septiembre de 1967, en las que se escogen los delegados a las Convenciones Distritales (donde se elegirían luego los delegados a las Convenciones Seccionales, y en éstas los delegados a la Convención Nacional), pero en esta ocasión, tales elecciones primarias o de base, por la cercanía de la sucesión presidencial en el marco de las elecciones generales del año siguiente, se tiñeron con el problema candidatural entre Gonzalo Barrios y Luis Beltrán Prieto Figueroa.

Manuel Vicente Magallanes, quien ha escrito obras sobre la historia de AD, señala que “todo empieza por problemas presentados en las elecciones de Cumaná, que conduce a la suspensión de la militancia de algunos dirigentes regionales”. En el curso de la crisis, se nombró una comisión de avenimiento encargada de buscar fórmulas para salvar la unidad partidista, de la cual formó parte Rigoberto Henríquez Vera -uno de los Secretarios Generales de AD en la clandestinidad durante la dictadura perezjimenista-, quien nos cuenta lo que entonces pasó: “…

En Cumaná no se habían podido efectuar las elecciones internas, debido al ambiente de tensión partidista que se vivía en esos días; y cuando se llevaron a cabo, se registraron, como era de esperarse, violentos altercados entre la militancia. Agotadas todas las gestiones de conciliación posibles, no se llegó a ningún avenimiento y, ante la profunda crisis planteada por los prietistas, al CEN no le quedó otra alternativa que sancionar con la medida disciplinaria de suspensión de toda militancia a 27 comprometidos en acciones perturbadoras de la unidad partidista.

Esto ocurría el 27 de octubre de 1967, cuando ya parecía inevitable la nueva división de AD, y tanto Prieto como Paz Galarraga desconocían estas medidas disciplinarias de la dirección nacional. Se convocó inmediatamente después una reunión urgente del Comité Directivo Nacional (CDN) para que estudiase la situación planteada y este organismo solicitó de ambos precandidatos, Prieto y Barrios, que declinaran sus aspiraciones presidenciales en aras de la unidad del partido, pero Prieto se negó a aceptar dicha fórmula con el consiguiente agravamiento de la crisis.

Entonces el CDN concluyó sus deliberaciones ratificando las medidas impuestas y sustituyendo de la Presidencia del partido a Luis Beltrán Prieto y de la Secretaría General a Jesús Ángel Paz Galarraga; asumiendo provisionalmente la presidencia Augusto Malavé Villalba. Posteriormente se designó Presidente del partido, por el resto del período estatutario, al compañero Dr. Antonio Léidenz, uno de los fundadores de Acción Democrática más querido, respetado y admirado en nuestra organización” (4).

Prieto tenía el apoyo de dirigentes sindicales importantes como José González Navarro y Juan José Delpino, pero la mayoría del Buró Sindical, liderada por Augusto Malavé Villalba, Francisco Olivo, Pedro Bernardo Pérez Salinas, Juan Herrera, Humberto Hernández y Martín Correa, tenía una posición distinta.

La Comisión de Legislación Electoral y Registro y Control de Partidos, de la cual eran integrantes juristas tan relevantes como Allan R. Brewer Carías y Arminio Borjas, analizó los recaudos atinentes a la determinación de a quiénes correspondía la representación de Acción Democrática, y decidió por unanimidad recomendar al Consejo Supremo Electoral atribuírsela al CEN presidido por Antonio Léidenz, por considerar que sus miembros, “a los efectos de las relaciones entre el Consejo Supremo Electoral y el Partido Acción Democrática en relación a las Leyes que lo rigen, deben tenerse como autoridades legítimas del Comité Ejecutivo Nacional del partido Acción Democrática”. Así consta en documento de fecha 15 de noviembre de 1967, publicado el día siguiente en El Nacional y otros medios de comunicación.

El desenlace de la crisis se consumó con la tercera división del partido, el 10 de diciembre de 1967, cuando los adherentes a que fuese Luis Beltrán Prieto Figueroa el candidato, realizaron una Convención y forman una nueva organización política con el nombre de Movimiento Electoral del Pueblo (MEP). En el mes de enero de 1968, ese nuevo partido proclamó la candidatura de Prieto, a la cual se sumó en el curso del año el PRIN (Partido Revolucionario de Integración Nacional) presidido por Raúl Ramos Giménez.

La crisis y división de Acción Democrática motivó que el ex-presidente Betancourt efectuara su primer regreso a Venezuela el 7 de febrero de 1968, después de cuatro años de ausencia, para participar en la Convención Nacional de Acción Democrática que tuvo lugar en ese mismo mes de febrero de 1968. Cito de nuevo a Rigoberto Henríquez Vera, quien, al comentar el discurso que pronunció el fundador del partico en ese evento, dice: “Al abordar el tema de la sucesión presidencial, fue muy prudente en lo relativo al candidato del partido, sin haber manifestado preferencia alguna por los nombres de los aspirantes que iban a ser posteriormente nominados por el partido, entre quienes figuraban Gonzalo Barrios, Reinaldo Leandro Mora, Carlos Andrés Pérez, Luis Augusto Dubuc, Eligio Anzola Anzola y Leopoldo Sucre Figarella. Betancourt, privadamente, se mostró partidario de que algunos precandidatos declinaran sus aspiraciones de modo de facilitar la escogencia de Gonzalo Barrios, lo cual hicieron Carlos Andrés Pérez, Leandro Mora y Sucre Figarella, no así Dubuc y Anzola, quienes mantuvieron sus candidaturas hasta el final.” (5).

La Convención proclamó a GonzaLo Barrios como el candidato presidencial de Acción Democrática; y eligió a Carlos Andrés Pérez como Secretario General del partido.

Después de un largo proceso de negociaciones, URD, el FND y el FDP, acuerdan lanzar la candidatura presidencial de Miguel Angel Burelli Rivas, formando lo que se llamó el Frente de la Victoria.

El cuadro electoral se completó con las candidaturas presidenciales, prácticamente testimoniales, de Alejandro Hernández y Germán Borregales.

Desde Berna, Rómulo Betancourt regresó al país en el mes de noviembre para participar en la campaña electoral, que fue clausurada en Caracas, en la Plaza de El Silencio, con una gigantesca concentración popular en la que hablaron Gonzalo Barrios, el candidato, y el líder fundador de Acción Democrática, quien repitió la famosa frase “Adeco es adeco hasta que se muere”.

El 1° de diciembre, como estaba previsto, se realizaron las elecciones, normalmente. El Nacional del día siguiente, 2 de diciembre, tituló en primera página “Caldera y Barrios disputan el primer lugar”. Pasaban los días, en un país tenso y ansioso de conocer los resultados electorales.

Recuerdo que Betancourt pidió una reunión del CEN, que se efectuó en la casa de un primo suyo, Arturo Tovar, en la urbanización Las Mercedes, para manifestarnos su preocupación y la inconveniencia de que pasara el tiempo sin que se supiera el definitivo resultado comicial, y recomendaba que el CSE debía enviar aviones para que trajeran las actas electorales desde las zonas lejanas del interior por cuyos votos todavía se esperaba.

Por fin, el 9 de diciembre se conocieron los resultados oficiales totales por candidatos presidenciales y por partidos. Caldera ganó, obtuvo 1.082.941 sufragios, y Barrios 1.051.870. Apenas, 31.071 votos de diferencia. Fue el corolario de la recién sufrida división partidista; es indudable que AD se derrotó a sí misma, ya que de los 719.733 votos obtenidos por Prieto, un alto porcentaje eran votos estrictamente adecos.

Para los cuerpos deliberantes, AD obtuvo la mayor votación, 939.759 sufragios, frente a los 883.814 que obtuvo Copei. El CSE proclamó a Caldera como Presidente Electo el 11 de diciembre, y declaró: “Seré el Presidente de la paz, bienestar y prosperidad y gobernaré sin exclusivismos”. Ese mismo día declaró Gonzalo Barrios: “Somos unos derrotados contentos, sin odios ni rencores”. Dice Ramón J. Velásquez que “para Betancourt la pérdida de la Presidencia de la República para su partido no constituía una catástrofe, sino un episodio normal y corriente en la vida de la democracia y en cambio consideraba que el trance que iba a confrontar Acción Democrática en los próximos cinco años serviría para revisar métodos, analizar errores y recuperar el espíritu de mística y combate que se había ido perdiendo en diez años de predominio absoluto” (6).

Este análisis continuará la semana que viene.

Notas

1-Rómulo Betancourt. La Revolución Democrática en Venezuela 1959-1964. Tomo IV. Caracas/1968. Pág. 370.

2-Rómulo Betancourt. Obra citada. Pág. 412-413.

3-Sanín (Alfredo Tarre Murzi). Rómulo. Vadell Hnos. Editores. 1ª edición: noviembre 1984. Pág. 400.

4-Rigoberto Henríquez Vera. De la Tiranía a la Democracia, memorias. Ediciones Centauro 89. Caracas/Venezuela. Volumen II. Pág. 231.

5-Rigoberto Henríquez Vera. Obra citada. Pág. 235-236.