Cicatrices

En algún episodio cruento perdimos la memoria. El insomnio revolucionario ha ensombrecido los arrestos de la Venezuela heroica, la digna patria de afluentes democráticos, atascada en confusiones que coartan su rol.

Un extraño sopor somete a millones que se conformar por vivir entre las rejas espirituales, que impone un régimen abusivo, la lucha por la libertad parece el encuentro de un puñado de seres, que no logran encontrar una propuesta generadora de un cambio político necesario.

En medio de todo un armazón de abusos y deslealtades, prosiguen su marcha en pos de terminar clausurándolo todo.

Es increíble que la mayoría democrática continúe confundiéndose entre los helechos y las orquídeas. Sigue cayendo en el mismo error de autoliquidarse, pensando en su propio ombligo, los protagonismos enfermizos, la visión borrosa de interpretar al país desde la irreflexión: son un banquete en la opípara mesa de exquisiteces oficiales. Los sectores democráticos no hemos estado a la altura de la nación, este pueblo azotado por la feroz arremetida del gobierno en Miraflores, anda curtido de cicatrices y turbaciones. Una sociedad que busca quién interprete su dolor, que sepa comprender los retortijones que padece un pueblo hambriento; hastiado de promesas y discursos para la masa amaestrada.

La realidad venezolana es un capitulo escalofriante en la estadística, estamos en el club de las naciones con mayores índices de hambruna, lo mismo ocurre con la inflación y el desempleo. Ni hablar de nuestro precario sistema de salud. Estos guarismos demuestran la pulverización de grandes oportunidades que hemos perdido. Se han multiplicado las dificultades en desmedro de una población sometida a una terrible realidad.

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