Venezuela tardaría 23 años en vacunar a toda su población, según contador de inoculación
Un contador que monitorea el proceso de vacunación global contra el coronavirus, citado recientemente por la Fundación Avina, con sede en Chile, reveló que mientras a ese país solo le faltan 10 semanas para vacunar a toda su población, a Venezuela le tomaría más de 1.200 semanas para inocular a toda la sociedad al ritmo que va. Eso es equivalente a 23 años.
Las peores naciones a la espera de la vacunación serían Honduras con 569 semanas, Guatemala con 815, Paraguay con 869 y Venezuela con 1.219 semanas, es decir 23 años «al ritmo que va».
«Ninguno ha podido vacunar ni siquiera al 1% de sus ciudadanos. Su situación es comparable a la que sufren países como Kenia o Pakistán», precisó Bacaratt, reseñó El Nacional.
«Nuestra región tiene el 8% de la población mundial y el 30% de los fallecidos por covid. No puede imperar una lógica de mercado puro, de oferta y demanda, porque hay poblaciones enteras que no van a poder acceder a la vacuna. No entendemos cómo un problema global no tiene una solución global y que estemos condenados a depender absolutamente de la decisión de 7 o 10 laboratorios farmacéuticos con un mercado cautivo de 7.000 millones de habitantes», expuso el director ejecutivo de Avina, Gabriel Bacaratt.
De acuerdo a cortes de a mediados de abril, la tabla señala que luego de Chile, le siguen Uruguay, con 11 semanas, República Dominicana con 36, Brasil con 38, Argentina con 50, México con 53, Costa Rica 72, y Surinam 77. A Colombia y Panamá le faltarían 85 semanas para completar el proceso.
Dicho panorama para Latinoamérica es reflejado en el contador el cual combina los datos registran a diario las páginas de Our World in Data, la Universidad de Oxford, y la Universidad Johns Hopkins.
La administración de Nicolás Maduro ha dicho que planea iniciar la inoculación masiva a mitad de año, tras varios retrasos luego de prometer que para el primer trimestre vacunarían a 10 millones de personas.
Maduro, entre tanto, insistió que han vacunado a «buena parte» de los trabajadores sanitarios, sin revelar las cifras, las cuales se mantienen en secreto.