El Libertador, el único que ha parido Venezuela desde su existencia, fue un hombre despojado de bienes materiales y su sueño fue entregarse totalmente a la libertad por la que lucho denodadamente hasta los últimos días de su existencia. Por ello es necesario que mediten y guarden reverente silencio frente a su mirada que, desde las centurias, nos amonesta. Sabio seria para quienes no actúan en concordancia con su ideas, pensamientos y acción, llevaran en el alma el orgullo de pronunciar su nombre despojado de insanos propósitos, divorciados de su legado como hacedor de Patria, pues con su acción creadora, nos obliga a estar orgullosos de él, con la dignidad de un gran pueblo.
No se puede admitir que su nombre sea utilizado con fines proselitistas, y no con la reverencia que los hacedores de la Patria se merecen. Tampoco se puede olvidar que Bolívar sufría el oprobio de que se le llamase dictador o tirano y así lo manifestó en una de sus cartas cuando afirmó: ”Mi mayor flaqueza es mi amor a la libertad, este amor que me arrastra a olvidar hasta la gloria misma. Quiero pasar por todo, prefiero sucumbir en mis esperanzas a pasar por tirano, y aún aparecer sospechoso. Mi impetuosa pasión, mi aspiración mayor, es la de llevar el nombre de amante de la libertad”.
El socialismo marxista declarado como tal por el hijo de…. Sabaneta y continuado por el régimen de Maduro no ha honrado la memoria del Libertador, por el contrario ha pisoteado sus ideas, pensamientos, obra y acción.
Bolívar entregó tierras a sus hombres que lucharon junto a él por la libertad de Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia, en tanto que Chávez expropió extensas hectáreas en todo el territorio nacional, hoy día en el más deplorable estado de abandono, solo por citar algunos de los estropicios que cometió durante los trece años que estuvo al frente de los destinos del país. Y que luego Maduro radicalizó brutalmente hasta el extremo de que Venezuela hoy día padece la más oprobiosa situación económica, política y social desde su génesis republicana, realidad que mantiene a un 85 por ciento de la población en un estado de miseria, hambre, desnutrición, desempleo, todo lo cual generó hasta los actuales momentos un éxodo de casi 6 millones de hombres, mujeres, ancianos y niños, que prefirieron buscar un futuro mejor allende las fronteras patrias.
El régimen autocrático y dictatorial de Maduro ha aprobado en estos últimos años una serie de leyes, todas virtualmente fuera del contexto constitucional. Una de ellas incluso contradice el espíritu puesto de manifiesto por el libertador a lo largo de su existencia. la “Ley contra el odio, la convivencia pacífica y la tolerancia”, aprobada por la ilícita Asamblea Nacional presidida entonces por Delcy Rodríguez en el año 2017, con el fin de contrarrestar acciones de este tipo de parte de opositores, medios y redes sociales, para aplicarla a quienes la infrinjan con penas hasta de 20 años de prisión. En estos últimos días, el país ha sido testigo de la aplicación de la mencionada ley a varios periodistas, víctimas del desafuero del régimen, que una vez más pisotea a su libre albedrio y sin vergüenza alguna la memoria de Bolívar, quien con los medios de comunicación de la época, blandió su estandarte libertario en los países que independizó.
Escribía el Libertador en 1817 a su amigo Fernando Peñalver: “Sobre todo mándeme usted de un modo o de otro, la imprenta que es tan útil como los pertrechos”. Estas líneas revelan una de sus preocupaciones sobre el periodismo. Hombre multiforme, el fue su propio periodista, inspirador y protector de periódicos, en su cruzada por la libertad sudamericana. Como buen periodista padeció la calumnia por sus propias ideas, y solo se atuvo a la fuerza polémica de sus escritos para defenderse de los ataques de sus adversarios. Una de sus principales preocupaciones se refería al cuidado por la ligereza de algunos escritores, que para conseguir un inmediato movimiento de opinión, no se detenían a considerar las complicaciones de una polémica internacional en desarrollo.
El Libertador impartió una verdadera lección de periodismo, combatiendo en los Andes, junto a las volcanes y los torrentes primitivos: indicando el contenido del artículo, una presentación atractiva para que el lector busque su periódico: vida y movimiento, que no pudo indicar sino con el vocablo insustituible, poderosamente indicado: estilo periodístico. Y todo esto, mientras le preocupaba la guerra, el ascenso de los generales, la paga de los soldados, los nuevos reclutamientos y la organización de los gobiernos.
Todo lo anteriormente comentado, se observa en el contexto del ideario liberal que en esa época profesaba Bolívar, y que más tarde rechazó con la Libertad de Imprenta, no para evitar polémicas, ni para suprimir ataques contra su persona, que siempre respondió, sino para evitar abusos y malas interpretaciones. Sus ideas acerca del periodismo son un anticipo bolivariano del periodismo moderno, al exigir la redacción incisiva de los buenos artículos, útil para nuestros días, cuando al referirse a los mismos, señala que deben ser “cortos, picantes, agradables y fuertes”, algo que la Gaceta de entonces aplicó exigentemente y con alta finalidad. No solo atendía la parte literaria del periodismo, sino también a la corrección y presentación, como lo hizo incluso en sus innumerables cartas el fundador de cinco naciones, del gobierno y de la Ley. El periodismo fue una de sus preocupaciones y no su enemigo hasta los últimos días de su fallecimiento, tras el destierro. El final de un honrado hombre político y periodista que lucho por la reconstrucción de su Patria.
Que lejos están estos revolucionarios de pacotilla en creer que el pueblo venezolano acepta que la montonera que desgobierna el país, lleva en alto y con honor el nombre del Padre de la Patria, Simón Bolívar, por cuanto lo utilizan simplemente para engañar a incrédul@s venezolan@s que por ignorancia se postran rodilla en tierra, para esperar los mendrugos con los que les pagan su subordinación, y porque no saben que en Cuba existe un pueblo que tiene 60 años bajo el tutelaje de un despiadado comunismo.
Miembro fundador del Colegio Nacional de Periodistas (CNP-122)
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