La revolución de las mandíbulas traicioneras
La rivalidad interna corroe las venas de la revolución. Los espíritus infectos de depravación y vicios beben de la misma copa de impudicia. La degradación de este proceso truculento, es tan grande, que las bases del gobierno son devoradas por termitas gigantes. La encarnizada lucha de poderes pende del filoso cuchillo de la traición, son los escorpiones rojos que se abalanzan sobre la yugular de sus propios compañeros. Las mandíbulas de los grupos en pugna se preparan para deglutir la competencia. Quien se sienta en la misma mesa es un adversario a exterminar. Los odios los disimulan los intereses, el obeso botín vale más que soportarse en silencio de castidad. La inmoralidad de una administración absolutamente corrompida, es el sello húmedo de un todo un proceso que lanzó al país hasta el fondo del abismo, un espacio que labraron las malas políticas.
La miseria actual es hija de este desprolijo ejercicio de fracasos. La crisis nacional es el resultado del delirio de una casta que solo aprendió a saquear, mientras pulverizaba las oportunidades que ofrecía nuestro potencial.
El país es un desgarro en el corazón. Con pérfida acción lapidaron su historia para enseñarnos su cuento de barrabasadas, como áspides se deslizaron sigilosamente para inocular su veneno de mentiras. Lo hicieron como granizos de infamia que cayeron sobre el techo de los inocentes, fueron asesinados cada espacio de libertad para secuestrarlo para el paredón. Desde las mismas entrañas los malos hijos pretenden terminar de aniquilar a Venezuela.
El rostro magullado de la República exhibido como horripilante herencia del socialismo. Mientras caen las hojas de la vida, ellos prosiguen con inconfesable maldad haciendo ataúdes para enterrar las esperanzas que resisten el desenfreno en cadena. Se escuchan pasos de sus ejércitos de miedo, avanzan con los ribetes de la ignorancia que porta la droga de la mentira. Disfrazados de leales caballeros se jactan de ser lo herederos del sátrapa mayor. Oficio de mentirosos son sus rebuscadas elucubraciones, luciérnagas apagadas asfixiadas por su propio crimen.
Cada instante es el arrebato de quienes pulverizan los sueños del hombre libre. Sobre los troncos arde la bandera nacional como quienes buscan quemar nuestra historia con el fuego abrazador del totalitarismo. Solo sobre cenizas podrán colocar el acento en sus fetiches. La mentira que descuartiza sin piedad, las hienas que destilan odio hasta llenar sus vertientes.
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