La gran paradoja
Mientras las condiciones generales del país son catastróficas y tienden a agravarse, el control político por parte de los mandoneros del poder continúa a pesar de las adversidades. ¿Es esto una paradoja?
Depende. La conseja clásica de «depaupera e impera», no salió de la nada sino de una muy larga experiencia en circunstancias muy diversas. Cuando la gente sólo tiene la preocupación de sobrevivir día o día, no cuenta con la disposición de la lucha atomizada por un cambio efectivo. Puede quererlo. Puede ansiarlo, pero la miseria y el hambre prevalecen.
La paradoja también se sustenta en una propaganda masiva y despiadada con los derechos de los venezolanos. A esta se suman factores políticos y económicos que se dicen críticos, pero que bien se sabe son beneficiarios de la hegemonía. Y de una hegemonía envilecida y corrupta. Es decir, más que meros beneficiarios son también victimarios.
Los patronos cubanos de la «revolución bolivarista» son expertos en estas materias. Nadie podría sostener lo contrario. Las evidencias no dejan margen para la duda razonable. No poner suficiente cuidado al respecto es un error que se paga caro.
¡Y cómo! Venezuela ha sido depredada, una porción importante de su población ha emigrado, compite con Haití en niveles de pobreza. El futuro inmediato no puede ser más ominoso. Pero los mandoneros del poder siguen en lo suyo. Tal contradicción tiene que resolverse a favor del cambio democrático, con justicia y libertad.