Autoridades peruanas enterraron en secreto más de 300 muertos por coronavirus: AP
Un reporte de AP indicó que la familia de Herman Wong denunció que el hombre fue enterrado en secreto por las autoridades peruanas a las afueras de Iquitos, junto a cientos de pacientes COVID-19. Las autoridades aprobaron las inhumaciones, pero nunca avisaron a los familiares quienes creían que los muertos estaban en un cementerio local.
Meses después descubrieron la verdad. Es el primer caso conocido en Latinoamérica donde las autoridades ocultan el destino de decenas de víctimas del virus y nadie ha explicado por qué se realizaron de forma clandestina. El gobierno regional no respondió a las solicitudes de comentarios de The Associated Press.
Las familias dijeron a la AP que al menos 403 fueron enterrados en aquel lugar.
Andrea Wong, hija del fallecido «odia la lluvia» porque le recuerda la madrugada del 30 de abril cuando vio por última vez a su padre. Tras innumerables llamadas de auxilio sin respuesta, Glendy -su madre- llevó al técnico de máquinas fotográficas al hospital donde murió en sus brazos a las 11 de la mañana. Se desmayó, pero cuando se despertó un médico le dijo que fuera al día siguiente para llevarse el cuerpo de su esposo.
Esperó por horas en vano con un ataúd hasta que un trabajador sanitario le dijo que Herman Wong ya había sido enterrado en el cementerio San Juan, ubicado a 18 kilómetros, inaccesible en esa época porque Perú estaba bajo un encierro de 106 días para evitar la expansión del virus. Cientos de familiares escucharon lo mismo: que sus muertos estaban en el cementerio de San Juan, fundado en 2017 y que cuenta con capilla, estacionamiento, muros y vigilancia.
En marzo, el gobierno nacional ordenó cremar a todos los fallecidos por el virus, pero ante el colapso de varios hornos crematorios, la norma se modificó en abril permitiendo los entierros y que al menos 5 familiares pudieran asistir.
El 1 de junio la portada del diario La Región removió Iquitos: “Muertos sin nombre y sin tumba propia”, se leía en el titular. La historia citaba a un anónimo residente que dijo que al menos 330 cadáveres de fallecidos por covid-19 habían sido enterrados presuntamente en una fosa común cerca del cementerio de San Juan.
Un día después de la publicación, medio millar de familiares, entre ellas Hernández, llegaron hasta el descampado donde supuestamente estaban enterrados sus esposos, esposas, hermanos, hermanas e hijos. El lugar estaba encharcado por la lluvia, pese a eso protestaron por los cadáveres. “Nos dimos cuenta de que nos habían mentido”, dijo Glendy.
“Les da vergüenza que se conozca el desastre, el desorden, la falta de humanidad con que han enterrado a nuestros seres queridos”, dijo Patricia Cárdenas, cuyo abuelo Antenor Mozombite, de 80 años, también fue enterrado sin permiso de su familia.