Arroz con mango
Uno de los grandes dramas de la economía venezolana es el tira y encoje que han aplicado por años aquellos que han manejado las instancias de poder del país; y de aquellos que han sido los responsables de las políticas que vemos aplicándose en la actualidad.
La falta de coherencia se ve en las declaraciones de los diferentes representantes del poder. Recientemente el dirigente del Psuv , el ex jefe nacional del Seniat, José Gregorio Vielma Mora dijo sin tapujos que el Estado debe «emprender un proceso de privatizaciones” para reimpulsar la economía. En respuesta, Elías Jaua, quien fuese uno de los hombres cercanos a Hugo Chávez, dijo que “debemos mantenernos firmes en el legado del Presidente Chávez como es la defensa de la propiedad nacional, promoción de la propiedad social y apoyo a la propiedad privada no monopólica, como está establecido en el programa del Psuv”.
Este tipo de choques políticos e ideológicos tienen un impacto en la economía. Ya sea por posiciones que generan determinadas decisiones ejecutivas o por ser causantes de miedo entre los inversionistas, en ambos casos promueven la incertidumbre.
Igual sucede con las declaraciones del Canciller de la República, Jorge Arreaza, quien aseveró que el tema del uso del dólar corriente en la economía y el mercado venezolano es “algo pasajero”, lo cual – a todas luces – deja ver la desconexión del vocero con la realidad nacional.
Desconocer la dolarización del país o tratar de minimizarla con observaciones políticas no generan nada bueno, pues no solucionan nada y suelen agravar más los problemas.
Y, en el punto de la dolarización, es más que un hecho que el dólar terminará siendo – más temprano que tarde – la moneda oficial, pues en este momento es la que circula con libertad.
Otro caso que me llenó de alarma fue cuando, el pasado 11 de abril, con motivo a recordar los sucesos de hace 19 años atrás, algunos altos representantes del poder lanzaron metralla verbal contra Fedecámaras, juntamente cuando se están llegando a acuerdos de cooperación para reanudar esfuerzos en aras de salvar lo que aún se pueda salvar de la economía venezolana.
¡Entonces! Este arroz con mango, este vaivén oficial, es una de las causas de la falta de coherencia en el manejo de las políticas económicas. Amén de los errores cometidos de forma sistemática por quienes controlan el “coroto”, esta dualidad agrava más la situación y evita que se logren salidas adecuadas al caos que se vive en la nación.
Al país le urge una estrategia económica coherente y orientada a una solución viable, alejada del dogmatismo, de la ideologización y muy centrada en la realidad del mercado, en la situación de millones de venezolanos que sufren las consecuencias de las posiciones que se tomen desde la cúpula.
El país debe adoptar – y esto lo afirmo con convicción y luego de un profundo análisis – medidas como la dolarización formal de la economía, la privatización de empresas no vitales ni estratégicas para el Estado y la Nación, emprender una depuración de las empresas Estatales y retomar una cultura del trabajo desde la concepción social.
Debemos cambiar ese arroz con mango que lleva 20 años dominando la escena y transformarlo en un concepto claro de país, en una ruta definida de la economía y un compromiso de las autoridades de cumplir las metas con seriedad y responsabilidad.
La pregunta es: ¿Será posible realizarlo en Venezuela y con las condiciones actuales?